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Los jóvenes egipcios retan al régimen de Mubarak con nuevas protestas

Miles de personas desbordan a las organizaciones de oposición y toman las calles

Miles de egipcios desafiaron ayer la prohibición expresa del Gobierno, que había advertido que no permitiría protestas, y volvieron a lanzarse a la calle para pedir el fin del régimen de Hosni Mubarak. La red social Facebook fue de nuevo la herramienta que los jóvenes del país del Nilo emplearon para convocarse en varias localidades. Apenas unas horas después de protagonizar las mayores manifestaciones de los últimos 30 años, el mensaje corría de terminal en terminal: "Hijos de Egipto, tomad las calles". De este modo el grupo opositor Jóvenes del 6 de Abril, uno de los organizadores, animaba a no perder el espíritu que habían inflamado durante la jornada previa que denominaron día de la ira. Y así también la juventud egipcia volvía a situarse a la vanguardia de la revuelta dejando atrás a sus líderes políticos.

Ha habido en torno a 700 detenciones en las dos jornadas de manifestaciones
Las consignas de corte islamista están ausentes de las protestas
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Concentración en la plaza Tahrir de El Cairo a favor de mayores reformas

El gran ausente de la jornada del martes fue Mohamed el Baradei. El ex director del Organismo Internacional para la Energía Atómica abanderó desde su regreso a Egipto hace un año una corriente opositora denominada Asamblea Nacional para el Cambio. Este grupo, uno de los promotores de las manifestaciones del martes, confirmaba ayer que el diplomático no solo no ha participado en las protestas, a las que tímidamente había animado en su Twitter, sino que ni siquiera se encuentra en Egipto.

Mientras con el avance del día empezaban a surgir pequeñas explosiones de protesta en distintas partes del país, el intento del Gobierno de desautorizar la revuelta argumentando que los islamistas Hermanos Musulmanes estaban comandándola caía por su propio peso. Estos, al igual que el resto de dirigentes políticos, han quedado en un segundo plano ante la fuerza de los egipcios de a pie, que están siguiendo a los jóvenes que abanderan el cambio. Un cambio político y ausente en consignas de corte islamista, como pretendía contaminar el régimen.

"Abajo, abajo, Hosni Mubarak; abajo, abajo, Gamal Mubarak", "pueblo egipcio, alza tu voz, tienes derecho a hablar", "ayer éramos todos tunecinos; hoy somos todos egipcios; mañana seremos todos libres", fueron algunas de las consignas que se lanzaron frente al sindicato de abogados y el de periodistas, en las inmediaciones de los tribunales egipcios. Más de medio millar de personas protagonizaron allí enfrentamientos con la policía. Algunos manifestantes lanzaron piedras a los antidisturbios desde el tejado de un edificio para romper el cerco que ahogaba a los que se encontraban abajo cortando la céntrica calle de Ramses. La respuesta policial fue contundente y la llegada de refuerzos llevó a los manifestantes a dirigirse por calles aledañas hacia la plaza de Tahrir, perseguidos por agentes que disparaban balas de goma y gas lacrimógeno.

La céntrica plaza es el símbolo a conquistar de esta revuelta y durante todo el día los ciudadanos intentaron alcanzarla sin éxito. Hubo más de 500 detenciones, que se suman a las más de 200 registradas por la Red Árabe para la Información de Derechos Humanos (ANHRI) el martes pasado. Entre ellas está la de Mark Gamal, un ciudadano egipcio casado con una española que se encuentra en paradero desconocido desde la madrugada de ayer. ANHRI ha confirmado que tiene más de 200 nombres de detenidos, pero considera que el número podría elevarse a 400. Su director, el abogado Gamal Eid, explicó que la mayoría fueron detenidos durante la noche en los enfrentamientos en el centro de la ciudad.

"Muchos de ellos han sido golpeados y torturados. Y a algunos heridos los secuestraron en los hospitales y se los llevaron a dos campos de detención en las afueras de la ciudad", detalla Eid. Varias organizaciones internacionales de derechos humanos han denunciado que en las comisarías y cárceles egipcias se practica la tortura de forma sistemática. "Hemos hecho saber al fiscal general que todas las detenciones son ilegales porque se han realizado en una manifestación legal y en contra de los derechos. Esto es un crimen", concluye el abogado.

Al anochecer, miles de personas se enfrentaron a la policía, que no dudó en dispersarles con gases lacrimógenos. "¿Por qué me pegas?, estoy luchando también por tus derechos", recriminaba un joven al policía que blandía frente a él una porra. El desconcierto duró apenas lo que tardó en dar el siguiente golpe. Los enfrentamientos volvieron a repetirse ante la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.

El Gobierno de EE UU, aliado de Egipto, instó ayer al presidente Mubarak a ser "receptivo" ante las "necesidades legítimas" del pueblo egipcio y subrayó su apoyo a los "derechos universales de libertad de expresión, asociación y reunión", declaró el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs. Por su parte, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, indicó: "Consideramos que el Gobierno de Egipto tiene una importante oportunidad en este momento de desarrollar reformas políticas, económicas y sociales que respondan a las necesidades del pueblo egipcio. EE UU está comprometido a trabajar con Egipto y con su pueblo para avanzar en estos objetivos".

Manifestantes enarbolan una pancarta en la que puede leerse "váyase, presidente", en El Cairo.
Manifestantes enarbolan una pancarta en la que puede leerse "váyase, presidente", en El Cairo.AFP

Todos somos Jaled Said

La revuelta egipcia, al igual que la tunecina, está teniendo un nombre propio que ha encabezado las convocatorias a manifestarse en las calles. Jaled Said perdió la vida el pasado verano en Alejandría. Su familia, respaldada por organismos internacionales y apoyada en testigos oculares, denunció que los policías arrestaron a Said en un cibercafé, lo arrastraron y lo golpearon en la entrada de un edificio cercano hasta la muerte. Su caso convulsionó a la sociedad egipcia, que se echó a la calle en protestas multitudinarias que reunieron a más de 3.000 personas en Alejandría y han sido el germen de parte de lo que está ocurriendo ahora en Egipto.

"Nos hizo despertar", señala Mohamed, un estudiante de Medicina que participó en aquellas manifestaciones. "Meses después de aquellas protestas un amigo me mandó desde Londres una foto de un tipo que lucía en una manifestación una camiseta con la cara de Jaled Said", explica. "Me pareció que lo que estamos haciendo empieza a tener sentido y que en Europa empiezan a oírse nuestras quejas".

Las fotos del cuerpo y el rostro desfigurado de Said (dientes rotos, mandíbula torcida, cara hinchada) corrían como la pólvora por la red social Facebook. Pronto la protesta cuajó en una página llamada We are all Khaled Said (Todos somos Jaled Said). Mohamed es uno de los casi 400.000 miembros que tiene la página. El muro de Facebook pasó en pocos meses de denunciar la tortura a extender sus críticas al régimen de Mubarak. Su creador, un anónimo individuo que prefiere trabajar en la sombra, asegura que se siente "orgulloso, enfadado, triste y esperanzado", respecto a todo el movimiento que han logrado generar con otros jóvenes egipcios. No solo eso, sino que han cobrado tanta fuerza que la página fue censurada y reabrió poco después en inglés y en árabe con una nueva versión web.

La pasada semana crearon un grupo para animar a la revuelta del martes y en poco tiempo superaron las 60.000 adhesiones. En opinión de su administrador no fue más que el principio: "El viernes volveremos a vivir otro día de la ira".

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