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La Guardia Civil estrecha el cerco sobre el asesino de la niña de Arriate

El pueblo malagueño despide a la menor, de 13 años, que será enterrada en Cádiz

Juana Viúdez

Los investigadores del crimen de María Esther Jiménez Villegas, la niña de 13 años asesinada en Arriate (Málaga, 4.100 habitantes) ven muy cerca el esclarecimiento de su brutal muerte. Fuentes municipales consideraban ayer que la resolución es "cuestión de horas". Otras fuentes cercanas a la investigación confiaban en que los resultados de unas pruebas de laboratorio serían claves. Un equipo de forenses ha practicado la autopsia, que ha certificado que la niña murió por traumatismo craneoencefálico.

El silencio se ha apoderado de este municipio, casi un barrio de Ronda, de la que dista cinco kilómetros, al despedir el féretro con los restos mortales de la chica desaparecida el pasado miércoles y cuyo cadáver se encontró el jueves con el cráneo destrozado y el rostro desfigurado. La menor fue golpeada varias veces con una piedra, según la investigación.

Los agentes de la Guardia Civil pasaron los dos últimos días entrevistando a familiares, allegados y compañeros de instituto. De forma paralela, practicaron una detallada revisión de la caseta de piscina donde fue hallado su cuerpo, en la que encontraron "numerosas huellas", según el subdelegado del Gobierno, Hilario López Luna.

Además, un equipo de psicólogos y psiquiatras del instituto armado se desplazó desde Madrid para asistir a los interrogatorios.

Al miedo a saber que el asesino o asesinos de la niña, alumna del instituto Escultor Higuero Marín, todavía no habían sido detenidos se unía la preocupación por que el autor del crimen sea del mismo Arriate. Antonio Jesús Carrasco, párroco de la localidad, pidió ayer los vecinos durante el funeral que frenasen su deseo de venganza: "Los asesinos tendrán que dar cuentas delante de la ley de los tribunales de justicia", dijo.

El párroco empezó su homilía manifestando su "indignación" por la "forma de morir" de una de sus feligresas. María Esther procedía de una familia muy religiosa. Tras la misa de funeral, el cortejo fúnebre partió hacia Paterna de Rivera, localidad gaditana de la que es natural Carmen, la madre de la víctima.

La capilla de la residencia de ancianos donde se celebró la ceremonia se quedó pequeña. El coche fúnebre fue despedido con aplausos a la salida del pueblo. Justo antes, el párroco rezó un responso frente a la parada de autobús, el último lugar donde las amigas de María la vieron con vida.

Los padres y la hermana de María Esther (en el centro) en el funeral.
Los padres y la hermana de María Esther (en el centro) en el funeral.JULIÁN ROJAS

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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