Túnez, en cuarentena
La convulsión política amenaza con frenar a corto plazo el crecimiento económico del país magrebí
La economía tunecina se enfrenta a grandes interrogantes casi 10 días después de que el dictador Zine el Abidine Ben Ali abandonara el Gobierno en medio de las revueltas populares iniciadas a comienzos de enero. La dificultad de formar un nuevo Ejecutivo, sumada al temor al caos institucional, ha condicionado fuertemente a los mercados y agentes económicos, que de momento han advertido de la existencia de importantes riesgos para el desarrollo de la inversión extranjera y el crecimiento del país a corto plazo.
El lunes, el ministro del Interior del nuevo Ejecutivo, Ahmed Friaa, indicó que el país perdió 2.090 millones de dólares a causa de los disturbios, dos tercios de este dinero a causa de la suspensión de las actividades económicas, y el resto, por la paralización del transporte. Estas pérdidas equivalen al 5% del PIB tunecino, cifrado por el Banco Mundial en 40.000 millones de dólares. Un informe de Barclays Capital fechado esta misma semana ha recortado en un punto las previsiones de crecimiento del PIB desde el 5% al 4%. El FMI las mantiene en el 4,8%.
El desempleo juvenil llega al 30%, uno de los más altos del mundo
Barclays también cree que la crisis debilitará la inversión extranjera directa en el corto plazo y dará lugar a un déficit presupuestario más amplio. En esta misma línea, las agencias de clasificación de riesgo no han tardado en penalizar a Túnez y en reflejar la desconfianza del sector inversor. Esta desconfianza ha contagiado a otros países de la zona y ha generado alzas similares en los intereses de la deuda de Marruecos y Egipto.
Este complejo panorama viene a profundizar los problemas estructurales de la economía tunecina, de veloz crecimiento, con buenos indicadores de comercio exterior e inversiones, pero elevados datos de desempleo -en especial, entre los jóvenes- y presa de una inflación galopante. Desde el comienzo de la crisis económica, Túnez ha mantenido un crecimiento medio del 3,2%, que se elevó al 3,7% en 2010. No obstante, el pasado curso se apreciaron síntomas de agotamiento, especialmente por el crecimiento del déficit por cuenta corriente.
Del mismo modo, la inflación llegó al 4,5% en los primeros 10 meses de 2010, con unos precios de los alimentos especialmente altos. El desempleo se situó en el 14%, según cifras oficiales. Pese a ello, los datos aportados por economistas locales indican que el desempleo juvenil llega al 30%, uno de los más elevados del mundo.
No obstante, hay algunos datos que llaman al optimismo. El Gobierno de Ben Ali realizó una serie de reformas estructurales para liberalizar mercados y facilitar el desarrollo económico, cambios que hasta el momento no habían demostrado todo su potencial debido al control casi absoluto que el Ejecutivo tenía sobre la actividad comercial. Precisamente, el Banco Mundial ha indicado hace unos días que sin corrupción ni nepotismo, el crecimiento tunecino podría sumar tres o cuatro puntos adicionales a su tasa de PIB anual. El otro dato positivo es que -siempre según las cifras del Ejecutivo saliente-, la Inversión Extranjera Directa (IED) creció un 7,6% entre enero y octubre de 2010, lo que demuestra que el país no parte de cero. Otra prueba de ello son las casi 2.000 empresas francesas, italianas y estadounidenses que ya están establecidas en el país y lo utilizan como puerta de entrada a África. -
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