El poeta, el rebelde, el padre de la Constitución
El preámbulo de la Constitución de Portugal, aprobada por la Asamblea Constituyente del 2 de abril de 1976 (dos años después de la Revolución de los Claveles), afirma "la decisión del pueblo portugués de defender la independencia nacional, garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos, establecer los principios esenciales de la democracia, asegurar la supremacía del Estado de derecho y abrir el camino para una sociedad socialista...".
El autor de dicho preámbulo es Manuel Alegre de Melo Duarte (Águeda, 1936), poeta, político y candidato a presidente de la República por el Partido Socialista (PS). Ha llovido mucho desde la rebelión de aquellos jóvenes oficiales del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), que acabó con la dictadura salazarista y las guerras coloniales en África y dio paso a un proceso revolucionario intenso y breve, del que quedan escasos vestigios como la introducción del texto constitucional, que sigue en vigor a pesar de los intentos fracasados de modificarlo por parte de diversos diputados.
Lo que hoy no pasa de una anécdota -el preámbulo no tiene valor normativo-, ilustra las contradicciones de la política portuguesa que, probablemente, tienen raíces profundas, donde no todo es lo que parece. No hay la menor duda de que un abismo separa a Portugal del camino para una sociedad socialista, pero una clara mayoría de los partidos parlamentarios, incluido el conservador Partido Social Demócrata (PSD), al que pertenece el presidente en funciones Aníbal Cavaco Silva, se resiste a alterar el prólogo de la Carta Magna. ¿Simbolismo? ¿Nostalgia? ¿Convicción?
Manuel Alegre sigue, probablemente, convencido de que la sociedad socialista es un objetivo por el que merece la pena luchar. Un hombre de pasiones que no cree en la literatura aunque sí en la poesía, su gran pasión junto a la política, "como una forma de relación mágica con el mundo". Desde la etapa de dirigente estudiantil en la facultad de Derecho de la Universidad de Coimbra, a las luchas contra la guerra colonial, el paso por la cárcel, la clandestinidad y el exilio en Argelia, Alegre ha participado en la actividad política. Dio sus primeros pasos en el Partido Socialista de la mano de Mario Soares. El ex presidente y peso pesado de la política portuguesa ha sido el gran ausente de esta campaña electoral. Hace cinco años fue el candidato socialista en las elecciones presidenciales, como adversario de Alegre, que se presentó como independiente. Aquella batalla, ganada por Alegre, dejó una herida en la relación entre ambos políticos, que todavía supura.
El hoy aspirante socialista lanzó su candidatura presidencial en solitario, antes de tener asegurado el apoyo del PS. Recibió antes el respaldo del Bloco de Esquerda, un partido que mantiene relaciones pésimas con los socialistas. Fue una apuesta arriesgada de resultado incierto. Alegre hace cuentas y dice que con los votos de unos y otros y de las organizaciones sociales que le apoyan obtendrá los votos necesarios para forzar una segunda vuelta, fijada para el 13 de febrero, y derrotar a Cavaco Silva. Pero en política no siempre dos y dos suman cuatro, y es probable que el matrimonio de conveniencia entre PS y Bloco de Esquerda le quite un porcentaje significativo de votos de aquellos electores más moderados, que huyen de todo discurso radical.
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