El Constitucional elige hoy presidente sin un candidato claro
Los conservadores planean colocar a un aspirante alternativo a Sala
El Tribunal Constitucional tiene previsto celebrar hoy el pleno para nombrar a su nuevo presidente, sin que hasta el último momento se hayan despejado todas las incógnitas sobre quién ocupará la plaza. Sobre el papel, el candidato con más posibilidades es el magistrado progresista Pascual Sala, aunque no quepa descartar del todo a su compañero Manuel Aragón. Ayer, tras una nueva negativa del PP a desbloquear el alto tribunal, se aventuraba una operación de los populares para que el presidente en funciones, el conservador Javier Delgado, o el magistrado Ramón Rodríguez Arribas intentasen salir elegidos.
En la elección votan siete progresistas y cuatro conservadores, pero de los 11, los cuatro recién incorporados están excluidos como presidenciables. Pascual Sala, ex presidente del Tribunal Supremo y del Consejo del Poder Judicial, encabeza ahora el sector progresista, pero desde las deliberaciones del Estatuto catalán no mantiene buenas relaciones con Manuel Aragón, hasta el punto de que no parece factible que ninguno de los dos vote por el otro. Su candidatura quedó despejada a partir del acceso a la vicepresidencia del Gobierno de Alfredo Pérez Rubalcaba, que desbarató las maniobras del de Justicia, Francisco Caamaño, a favor de Aragón. Es el favorito del Gobierno y cuenta con el respaldo de la mayoría de los progresistas, a reserva de lo que hagan Aragón y Eugeni Gay. Las quinielas le sitúan en primer lugar si la elección discurre por cauces normales, lo que no suele ocurrir en un tribunal sobre el que confluyen toda suerte de convulsiones políticas.
Tras su voto junto a los conservadores en la sentencia del Estatuto catalán, Aragón no tiene la más mínima posibilidad entre los progresistas veteranos. Por eso se ha postulado como candidato alternativo a Pascual Sala entre los conservadores, ha ofrecido la vicepresidencia a Rodríguez Arribas y ha tratado de pescar entre los progresistas recién llegados, Luis Ignacio Ortega y Adela Asúa. Si la derecha no logra situar un candidato, su principal opción sería la de Aragón, que precisaría de un solo voto progresista para alzarse con la presidencia. Pero el voto de Gay se presenta problemático, por el efecto que tendría en Cataluña que un nacionalista catalán facilitase la presidencia al que propició que la ineficacia del término "nación" quedase plasmada en el fallo del Estatuto.
Para que Delgado Barrio, líder del sector conservador pero con el mandato caducado, o Rodríguez Arribas accediesen a la presidencia, tendría que darse la situación inversa a la que se produjo en 2004 con Vicente Conde, es decir, la defección de dos progresistas, o que al menos uno les diese su voto y el otro no votase al candidato de su sector, se votase a sí mismo, o votase en blanco o nulo. Si logran un voto progresista, que tendría que ser de Gay o de Aragón, o alguno de ellos empatase a cinco votos con Sala en la tercera vuelta, Delgado sería presidente por su mayor antigüedad, y Rodríguez Arribas por ser de mayor de edad que Pascual Sala.
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