La soberana deuda
Los líderes del PP agotan los argumentos contra el Gobierno hasta el esperpento de las pomposas declaraciones de José María Aznar en León como si cobrara a tanto la amenaza apocalíptica (España irrelevante, situación económica límite, España intervenida, autonomías inviables y la vieja retórica con ETA). Menos mal que, ante tal situación, Rajoy va a contar, nada más y nada menos, que con su apoyo y la fórmula mágica del PP. A Dolores de Cospedal, visto que no se ha hundido Portugal ni nosotros detrás ante las emisiones de deuda, ya solo le quedaba el flaco argumento de que se había pagado a un mayor interés, lo que no parece disgustar mucho a los inversores ni a la Bolsa.
La todavía débil mejora de la coyuntura económica y el llegar a un pacto global con los interlocutores sociales, que impulsa la confianza en salir fortalecida nuestra economía de la crisis, va alejando esta pesadilla del sueño triunfal de Rajoy, que está cambiando el discurso para dar la buena imagen que requiere la proximidad del 22 de mayo. Y, así, poder subirse al carro de Peridis, aunque pontificando y poniendo condiciones como si hubiera estado siempre allí, en el puente de mando vigilando la maniobra, señalando el buen rumbo.
Ahora toca piel de cordero y voz campanuda desgranando lugares comunes sobre lo que se está haciendo y lo que habría que hacer. De poli malo que vaya haciendo Aznar, que le sale muy bien y lo tiene muy ensayado. Pero eso no borrará la soberana deuda de desconfianza sembrada contra España que han venido contrayendo el PP y Rajoy.
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