Baby Doc vuelve a casa
Lo último que necesitaba Haití es un dictador más en su suelo. De manera sorpresiva, el domingo aterrizó en Puerto Príncipe Jean-Claude Duvalier, conocido por Baby Doc, el tirano del que Haití creyó librarse el 7 de febrero de 1986 tras ponerlo en un avión rumbo a París.
Haití nunca tuvo mucha suerte. La pobreza y la tiranía han caminado de la mano y en el último año se han sumado devastadores elementos naturales: un terremoto ha segado la vida de 316.000 personas y dejado a millón y medio sin hogar, y unos meses más tarde, en plena tarea de reconstrucción, una epidemia de cólera ha diezmado a la población. En noviembre se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales, pero la Organización de Estados Americanos cree que el candidato Jude Celestin, yerno, por cierto, del actual presidente André Préval, hizo trampas y debe quedar fuera para la segunda vuelta que tendría que haberse celebrado ahora.
Tal es la situación de pobreza e inestabilidad a la que aterriza Duvalier, el dictador más joven del mundo cuando en 1971, con solo 19 años, se autoproclamó presidente vitalicio.
Sucedía Jean-Claude a su padre, François Duvalier, Papá Doc. Se estima que entre ambos ordenaron matar a 60.000 personas. Amedrentar a la población y expoliar al país fueron sus señas de identidad. Cuando abandonó el país caribeño se calculaba que Baby Doc había amasado una fortuna de 800 millones de dólares, una cifra que cuadruplicaba el presupuesto público anual de la república.
Ha dicho Duvalier que vuelve para ayudar. No ha explicado por qué no lo hizo hace un año, tras el terremoto. Tampoco Préval ha explicado por qué no lo ha arrestado, como prometió que haría en caso de regreso. Amnistía Internacional y Human Right Watch han exigido su captura. Pero Duvalier se aloja en un cómodo hotel y la comunidad internacional, que tanta palabra de apoyo tuvo para el pueblo de Haití hace un año, calla ante el regreso del tirano en pleno proceso electoral. Con todo, lo peor puede estar por llegar, porque, como ha advertido un politólogo americano, su regreso puede animar a otros ex presidentes, como Jean-Bertrand Aristide, exiliado en Suráfrica, a hacer lo mismo.
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