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Reportaje:

¿Está preparada Euskadi para reírse de ETA?

Cineastas y escritores reflexionan sobre el proyecto de Borja Cobeaga de rodar una comedia centrada en un 'comando'

El director de cine donostiarra Borja Cobeaga presentó en noviembre pasado su segundo largometraje, No controles, en el Festival de Cine de Gijón. Tras contestar varias preguntas del público sobre su nueva comedia, que se estrenó en las salas el pasado 5 de enero, Cobeaga anunció que su próximo filme, "un proyecto que aún está en una servilleta", abordará la violencia de ETA desde un punto de vista cómico. El argumento de Fe de etarras, título inicial del proyecto, aborda las peripecias de unos terroristas que alquilan un piso franco para cometer un atentado y son nombrados presidentes de la comunidad.

Al día siguiente, la gran mayoría de las informaciones de los medios se centraban principalmente en Fe de etarras. Los comentarios en Internet mostraban la división de opiniones entre quienes animaban efusivamente al director a seguir adelante y los que, escondidos en el anonimato, le acusaban de "bufón", "sumiso cipayo", "sacaperras de desgracias ajenas" o sostenían que a muchas personas "no les hará ninguna gracia bromear con según qué cosas".

El cine español nunca ha abordado el terrorismo desde el prisma del humor
Savater: "Es bueno que empecemos a reírnos de ellos, pues ya no mandan"
El proyecto de 'Fe de etarras' abrió una polémica en la Red tras anunciarse
Julio Medem: "La comedia puede tratar cualquier tema y siempre vence"
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Estas opuestas reacciones demuestran que la violencia de ETA y todo lo que la rodea siguen siendo tabúes para algunos. El cine español ha abordado el terrorismo etarra desde múltiples ángulos, pero jamás bajo el prisma de la comedia. José Luis Rebordinos, quien el pasado día 1 asumió la dirección del Zinemaldia, apunta: "No creo que Cobeaga esté obligado a hacer una película cuyo objetivo fundamental sea la deslegitimación de la banda. Es una posibilidad, pero no la única. No es obligatorio que cada vez que aparezca un comando en una película, esta tenga que convertirse en un alegato contra la banda. Lo único inaceptable sería que la película fuera una apología del terrorismo".

Rebordinos recuerda que la historia del cine ofrece grandes ejemplos de filmes basados en hechos terribles que parodiaban a los verdugos, como El gran dictador (1940), de Charles Chaplin, o Ser o no ser (1942), de Ernst Lubitsch, realizados con Hitler aún en el poder. "Son dos obras maestras, dos comedias magistrales contra la intolerancia y el fanatismo", añade.

Por ello, y "aunque habrá personas a las que les dolerá y les costará aceptarlo", porque "hay dramas humanos que tardarán muchos años en cicatrizar", el director del Festival de Cine donostiarra se muestra convencido de que los vascos podrán asumir una parodia sobre el terrorismo. "El humor es muchas veces más incisivo que el análisis dramático de la realidad", dice.

El director Julio Medem, quien abordó la violencia en su documental La pelota vasca, indica: "La comedia puede tratar cualquier tema, precisamente porque tiene un filtro ultrahumano que es el humor, un bien común de gran calado, con el que se relativiza, descarga, ironiza, patetiza, y con el que se puede hacer la crítica más sabia. La comedia siempre vence".

Para Rebordinos, "ETA ha generado mucho dolor en Euskadi y, obviamente, es algo muy serio que ha arruinado y condicionado la vida de muchos ciudadanos, pero en su propio anacronismo contiene muchos elementos ridículos, que son fácilmente convertibles en parodia. No hay más que ver la puesta en escena de sus comparecencias públicas, que parecen salidas de una estampa de siglos pasados, o sus comunicados, que no aguantan un mínimo análisis serio".

El escritor y filósofo Fernando Savater mantiene una opinión similar. En su opinión, reírse del drama no significa que uno no lo vea. "Lo que ha tenido Euskadi es una tragedia que, si no fuera por la amenaza y la muerte, tiene mucho de aspectos cómicos. Ver a tres encapuchados con una boina encima es una cosa completamente ridícula", apunta. "El discurso histórico-político del nacionalismo radical es totalmente risible. Si no fuera porque te matan, te troncharía de la risa la visión que dan del país y del pasado. Los elementos están ahí y algún día nos reiremos de ellos con total naturalidad", abunda.

En opinión de Savater, el anuncio de la película de Cobeaga supone el síntoma de un avance en la sociedad vasca: la constatación de que se ha perdido el miedo a los violentos. "En el fondo, había una especie de respeto reverencial. ¿Cómo te ibas a reír de esos? Hay que perderles el respeto por completo. Al matón, cuando le pierdes el miedo, le pierdes el respeto", enfatiza. El escritor rememora cómo, hace años, en las fiestas de Bilbao se sucedían las burlas a la policía o los políticos: "A nadie le extrañaba reírse de Aznar o de los guardias civiles, todo eso estaba admitido, pero reírte de ETA no, porque era la verdadera autoridad. No es porque la gente no lo quisiera, pero como la verdadera autoridad no era ni Aznar ni la Guardia Civil, sino ETA, de la banda terrorista nadie podía reírse. Es una buena señal que ahora empecemos a reírnos de ellos porque quiere decir que ya no mandan".

¿Cuándo se ha producido este cambio? Savater responde que en los últimos tiempos. "Poco ha poco ha ido desapareciendo esa especie de aura reverencial. Ellos mismos han ido entrando ya en el terreno de lo absurdo, como el hecho de que haya etarras que tienen una página en Facebook en la que salen con la camiseta de España. Sólo falta que vayan disfrazados de lagarteranas", bromea.

El escritor no atisba en Fe de etarras una posible ofensa. Por una parte, "a lo mejor podrían ofenderse los etarras o ese mundo que hay alrededor. El que cierta gente se ofenda, depende de quién sea, igual es buena señal. Ya es hora de que haya un tipo de gente en el País Vasco que se ofenda, que no nos ofendamos siempre los mismos", remarca. Por el lado de las víctimas, Savater cree que Cobeaga no hace comedia de la desgracia: "Todos nos hemos reído cuando alguien se pega un resbalón en la calle. No es que te alegre que se haya caído, pero, en el fondo, los aspectos dramáticos de la vida tienen un lado cómico".

Por ello, el humor puede ser una de las maneras más útiles de deslegitimar la violencia. "El humor viene de la inteligencia. Como todo este mundo está cerrado a la inteligencia, subvertir el asunto por la vía del humor está bien. Me parece muy sano que ETA se empiece a convertir en asunto de cachondeo. Tiene muchos aspectos ridículos porque hoy, en una democracia, en un país avanzado como Euskadi, estar pegando tiros por ideas totalmente peregrinas es una ridiculez", concluye Savater.

El programa de ETB-2 Vaya Semanita, cuya primera temporada, en 2003, dirigió Cobeaga junto a Javier Vicuña, se convirtió en el primer producto televisivo que abordaba desde la comedia el "conflicto" político y social vascos. Lo hizo mediante vídeos de uno o dos minutos que parodiaban la economía o las relaciones de pareja, pero también las pugnas políticas en Euskadi e, incluso, el abertzalismo radical y ETA. Óscar Terol, quien participó como presentador, actor y guionista en las dos primeras temporadas del programa, afirma que le sorprendió que Vaya Semanita no generara debate social: "La gente se encontró el material y, como estaba protegido por buenos gags, con mucho humor, nunca hubo debate. Todo lo contrario, se solicitaba. La gente estaba esperando que se hicieran cosas y nunca sentí que tuviéramos que estar dando explicaciones".

Terol comprende que el argumento de la película de Cobeaga pueda levantar ampollas, aunque apostilla: "Si te pones con una sensibilidad extrema a intentar respetar todas las sensibilidades, jamás podrías hacer nada. Es cierto que es un tema controvertido y que habrá que abordarlo con la mayor delicadeza, pero también es cierto que muchas veces pensamos: ¿cómo hacemos para pasar a la siguiente fase?". Por ello, el presentador aboga porque "a los cómicos se les deje ser cómicos" y que, después, cada uno juzgue la película según cuál sea su resultado. "Sería bueno que la gente sintiera algo al ver el filme. Igual hay alguien que sale del cine y se pregunta: ¿me he reído con un etarra? Nos tienen que dejar ser los protagonistas al público", reclama.

En este sentido, Terol insta a los ciudadanos a que se tomen la película que ruede Cobeaga como un vídeo de Vaya Semanita mucho más largo. "Si esto lo hubiéramos hecho en el programa como un sketch de minuto y medio, no habría pasado nada. Hay que verlo como eso. Esa es la clave para no sufrir", zanja.

El anuncio del proyecto de Fe de etarras demuestra que, pese a algunas reticencias difundidas al amparo de Internet, Euskadi da cada vez más pasos para alejarse del miedo que durante tantos años le ha estado atenazando.

Rebordinos resume: "Hace mucho tiempo que la sociedad vasca ha dado la espalda a ETA. Mientras ETA exista, seguirá existiendo el miedo. Mientras alguien amenace de muerte a un gran número de ciudadanos, es imposible que no haya miedo. Pero creo que, afortunadamente, los vascos hace mucho tiempo que no tenemos el más mínimo respeto a ETA".

"Me gustaría presentarla como si fuera una película histórica"

Borja Cobeaga se muestra decidido a comenzar con el proyecto de Fe de etarras tras concluir con la promoción de su última película, No controles. "Es un proyecto muy personal. Hasta ahora lo que había hecho eran comedias juveniles muy alocadas, pero siempre sobrevolaba también esta idea. Espero que se haga y que tengamos la oportunidad de producirla", explica el realizador.

Cobeaga sabe que es imposible que no haya personas que se sientan ofendidas por el asunto, puesto que "el mero tema ya puede ser un motivo de ofensa", aunque remarca que la hará "con tanta convicción" que espera que no sea así. Y agrega: "La película no va a tener línea editorial. Creo que el tono y el punto están bastante definidos. No es una comedia ideológica, ni sobre política. Más bien, sobre politización, cómo cosas que para nosotros son cotidianas tienen algo de absurdo. Es el surrealismo de lo cotidiano".

El filme, cuyo guión aún no han empezado Cobeaga y su colaborador Diego San José, tendrá, por tanto, un regusto costumbrista. "Con la muerte de Berlanga, está claro cuál es el tono. Berlanga no hacía chistes ni se reía de las cosas. Quizá ver las cosas de la vida cotidiana aisladas en una secuencia tenga algo ridículo. Ahí está la clave. Quizá sea una historia costumbrista que pueda hacer reír. Vaya Semanita tenía algo de eso, de señalar aspectos de la vida. Queremos llevar el espíritu de Vaya Semanita a una película", expresa el director.

La gestación de cualquier filme resulta lenta y Cobeaga no duda sobre cuál sería su deseo para el día del estreno: "Me gustaría presentarla como si fuera una película histórica, en el sentido de que estemos hablando de algo del pasado".

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