Inditex escapa a la crisis

El modelo de negocio de Zara parece estar hecho a prueba de crisis planetarias. Este año fabricará más de 700 millones de prendas en sus 11 factorías españolas y a través de 1.237 talleres externos. Unos 300 diseñadores tendrán a punto el catálogo de ropa para las tres temporadas e improvisarán todos los días nuevos modelos con la información que dos veces a la semana envíen las más de 4.900 tiendas en 77 países. Son ellas las que ordenan la retirada de lo que no se vende, las que aportan la información de tallas, colores, telas, de cómo respira el cliente.

El área comercial es el corazón del grupo, que trabaja bajo el sistema del just in time (fabrica y sirve las prendas bajo demanda y en poco tiempo), el mismo que utilizan las fábricas de coches. El centro de decisiones de Arteixo (A Coruña) planifica tiradas cortas que mantienen la sensación de escasez y evitan algo que saca de quicio a las adolescentes, que "todo el mundo lleve puesto lo mismo". Por eso los puntos de venta de las siete marcas reciben nuevos modelos ocho veces al mes. "Mientras que su competencia necesita de una media de seis meses para diseñar el producto y otros tres para fabricarlo y colocarlo en los puntos de distribución, Zara lo hace lo primero en tres o cuatro semanas y lo segundo en siete días", explica Luis Alonso Álvarez desde el departamento de Economía Aplicada de la Universidad de A Coruña. Es una de las muchas "ventajas competitivas", que aprecia en la multinacional gallega respecto a sus directas competidoras, Gap y H&M. No importa si una prenda se confecciona en México, Tailandia o Rumanía, todas acaban pasando por alguno de los ocho centros logísticos de España en Madrid, Zaragoza, León, Barcelona y Alicante. Unos 4.000 distribuidores se ocuparán después en colocar los pedidos en menos de 24 horas en tiendas de Europa, y en dos días en Asia y América.

¿Por qué el grupo sigue creciendo como si la crisis no existiese? "Hace años que Inditex orientó su estrategia a la expansión internacional, a mercados jóvenes, donde abrir una tienda tiene un coste inmobiliario muy bajo y donde puedes mantener cierto nivel de precios. Si se hubiera quedado en España seguro que no le iría tan bien", reflexiona José María Castellano, primer ejecutivo durante más de 20 años que abandonó la firma en 2005, poco después de la entrada de Pablo Isla. La facturación en España representa solo un 28% del total y pronto será del 20%.

Isla ha conseguido en cinco años sustentar el pulso de la expansión internacional y contener los costes en una empresa que, según describe el periodista Enrique Badía en el libro Zara y sus hermanas, "mantiene un esquema más plano que piramidal donde cualquiera tiene posibilidad de ordenar la producción de miles de prendas sin consultar a ningún superior. La mayoría se siente satisfecha de trabajar así". A los sindicatos no se les escuchan muchos reproches hacia la gestión.

Esta es la herencia de Amancio Ortega, que quiere dejar de ser imprescindible. Si el plan sucesorio no falla, su tercera hija, Marta, será la encargada de continuar el proyecto. Ahora tiene 26 años, ha estudiado en Suiza y en la European Business School de Londres. Para ser fiel a la filosofía familiar empezó por abajo, en una tienda del centro de Londres, atendiendo al público y reponiendo mercancía. También ha estado en Barcelona y Shanghai. Hace dos meses comenzó a trabajar en la sede del grupo sin estar asignada a un puesto o departamento concreto. Aunque algunas fuentes creen que ha dado escasos síntomas de querer seguir el camino profesional que le ha trazado su padre, en el futuro caben todas las posibilidades. "El ADN de Inditex deja espacio a directivos ajenos a la familia con poder ejecutivo extenso. La forma en que se retira Amancio Ortega hace presagiar que todo seguirá igual, y que en un futuro más o menos lejano el rol de Marta se va a parecer al de su padre", analiza desde la Universidad de Vigo el profesor Santiago Lago. A José María Castellano, que rompió profesional y personalmente con Inditex en 2005, el nombramiento de Isla le parece un gran paso para dar continuidad al proyecto.