Cambios en masculino
La alianza entre diseñadores vanguardistas y firmas de alcance masivo y el dominio de la Red marcan la temporada
Si algo no está estropeado, no lo arregles. Tan simple como efectivo credo preside el ánimo de la industria masculina cuando arranca su temporada de presentaciones para otoño/invierno 2011. Con una optimista cautela, se vive estos días en la feria florentina Pitti Uomo y se preparan las pasarelas de Milán y París (la primera empieza el 15 de enero; la segunda, el 19). Las cifras del mercado internacional que allí se manejan son algo más esperanzadoras. Y centros comerciales como Saks (Nueva York), Liberty (Londres), La Rinascente (Milán) y Printemps (París) planean renovar o ampliar su área masculina este año. Algo tímidamente nuevo se divisa en el no siempre agitado horizonte de la moda para hombre.
- Virtual o real. "La forma de comprar de los hombres ha cambiado muchísimo en los últimos dos años", opina Goyo Otero, que regenta en Madrid tiendas como Mini y Sportivo. "Ahora están metidos en Internet y saben mucho más, conocen las marcas y quieren cosas distintas. Que les sorprendan". La Red no solo dinamiza los comercios tradicionales. El trío moda, hombres e Internet alcanzará su clímax con el lanzamiento de Mr.Porter. La versión masculina del exitoso portal de comercio electrónico de lujo Net-a-porter -propiedad del grupo Richemont desde 2010- está prevista para este mes.
- Moda en la mochila. La alianza entre diseñadores vanguardistas y marcas de alcance masivo es cualquier cosa menos noticia. Pero llama la atención la categoría de los últimos creadores que se han apuntado a la estrategia. Adam Kimmel se une a Carhartt en una colección de ropa que se venderá en mayo. El estadounidense, que presenta en París, ha ideado desde vaqueros hasta camisas, chaquetas y bolsas. Por su parte, el belga Kris Van Assche presentará en su desfile parisiense del 21 de enero su colaboración con otro gigante del textil de resistencia, Eastpak. Una firma de mochilas veterana en la cuestión: se ha asociado en el pasado con Raf Simons o Gaspard Yurkievich.
- Vuelve el traje... si es que se fue. Luis Sans, de la tienda barcelonesa Santa Eulalia, señala que para entender la recuperación del sector hay que partir del severo correctivo que sufrió hace dos años. "El mercado masculino, sobre todo el de vestir, se vio especialmente castigado. El hombre es más disciplinado que la mujer. Si no hay que gastar, no gasta. Además, el que llevaba traje a diario, tenía suficientes en su armario para aguantar sin comprar". Por otra parte, estos tiempos de contención han rebajado el umbral de tolerancia con ciertas tonterías. Eso siempre simplifica las cosas. "El casual friday complicaba las reglas del juego. El hombre no necesariamente controlaba ese código. Ahora se recupera el traje y su valor esencial: transmitir seguridad y confianza en un ambiente laboral", termina Sans.
- Háblame del mar, marinero. A pesar de todo, la moda no se resiste a introducir alguna alegría en el armario masculino. En las colecciones para la primavera de 2011 destacan dos concesiones a ese cliché del niño grande. Las rayas marineras, que acaso solo Pablo Picasso lució sin ápice de infantilismo, son propulsadas por Miuccia Prada y reciben hasta el benéplacito del diario The Financial Times.
Los colores estridentes, combinados con sensibilidad de parvulario, se cuelan incluso en el vocabulario de una firma tan profundamente vinculada a lo sobrio como Jil Sander. Aunque es probable que la defensa generalizada de los colorines se parezca más al pijo coloreado de Tommy Hilfiger y que, finalmente, la tendencia quede reducida a la ocasional compra de unos pantalones chinos en rojo o verde menta.
- La piel herida. Texturas que simulan vivencias y superficies que se antojan más humanas por su imperfección. Si la experiencia es un grado, por qué negárselo a la ropa. Todo el armario, desde los zapatos de ante gastado hasta las cazadoras de piel envejecida, se empapan de un renovado gusto por la imperfección. Tal vez en la oficina haya que transmitir confianza, pero fuera de ella hay licencia para mostrar vulnerabilidad. Y para los que no teman exteriorizar su fragilidad en el trabajo, buenas noticias. Los trajes de lino ya no son solo aptos para bodas ibicencas. Aunque para todo el que no trabaje en una plantación, mejor olvidarse del blanco.
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