Aires nuevos en la enseñanza
Un documental recoge el experimento educativo sin libros que comenzó en Madrid en 1918 - La Guerra Civil acabó con el modelo Instituto-Escuela
"El peor castigo para mí era que no me dejaran ir al colegio". Ángela Barnés contaba más de 90 primaveras cuando grabó este testimonio. Es el primero del documental La escuela olvidada que la directora Sonia Tercero dedica al Instituto-Escuela. Ese experimento educativo que surgió en Madrid inspirado en los principios de la Institución Libre de Enseñanza.
Fue fundado en 1918 y se erigió como pionero de una metodología de enseñanza que excluía los tediosos libros de texto y se inclinaba más por las excursiones, los trabajos manuales, los idiomas y el deporte. Ángela Barnés fue uno de sus conejillos de indias. Iba a clase de lunes a sábado para aprender a ser autónoma, creativa, productiva... En aulas de no más de 30 alumnos. Recibían las lecciones de maestros formados en "prestigiosas universidades extranjeras" que creían en una enseñanza mixta y práctica.
Los maestros salían de prestigiosas universidades internacionales
El método se inclinaba por los idiomas, el deporte y las manualidades
Una vez a la semana salían de visita: al museo, a una fábrica o al campo. "Recuerdo la de la bombilla, era bonitísimo ver cómo se fabricaban con esos filamentos de cristal", rememora una de las hermanas Zuloaga en el documental. Maravillas y María de los Ángeles son otras dos antiguas alumnas del Instituto-Escuela. Fotos, vídeos y recuerdos que reconstruyen la historia de esta peculiar institución educativa que murió con la Guerra Civil y la llegada del franquismo.
Por primera vez, se estudiaron idiomas extranjeros que no fueran clásicos. Entre lección y lección de francés, de inglés o de alemán, aprendían a encuadernar libros y a tallar madera. A todos los alumnos se les entregaba un ejemplar del Quijote, un diccionario, un cuaderno y un lápiz. "Teníamos que encontrar palabras en el libro, buscar su significado en el diccionario y copiarlas en el cuaderno", relataba otro de los antiguos alumnos. "Enseñaban como si no enseñaran". No había libros de texto así que se examinaban por medio de los apuntes que tomaban en clase. "Era un sistema de evaluación continua" en el que no había una prueba final. Se valoraba continuamente al alumno. Cada semana. Se tenía en cuenta también la actitud del estudiante, su grado de participación y los deberes. "Esto implicaba un trabajo más exhaustivo para los profesores; estaban más involucrados", explica por teléfono la directora. Tercero se formó en el Colegio Estudio, heredero directo y semiclandestino del Instituto-Escuela. De su etapa en este centro, que aún hoy mantiene algunas de las técnicas del Instituto-Escuela, surgió la idea de rodar la película.
En el archivo de la Fundación Estudio hay "una colección de 400 cuadernos con dibujos a mano de niños de 8 a 10 años en los que se aprecia mucha madurez y reflexión", explica la directora. El profesor impartía la materia y después corregía los apuntes que tomaban los jóvenes, que incluían dibujos y esquemas como si fueran de una enciclopedia.
La nueva institución pretendía elevar el nivel cultural de España. Educar a ciudadanos que se desenvolvieran con soltura ante la vida. Adoptó una metodología experimental, pero muy exigente. El 43 % de los estudiantes que acudían al Instituto-Escuela suspendían. El sistema de enseñanza se consolidó con la llegada de la Segunda República y en 1932 se abrieron otros Institutos-Escuela en Barcelona, en Valencia y en Sevilla. En su última etapa estos centros llegaron a acoger a más de 1.700 alumnos de hasta 18 años. Hasta que llegó la Guerra Civil. Después de 1939, su metodología solo se aplicaba en el exilio. El Colegio Madrid de México DF acogió a alumnos y profesores desterrados y aún hoy sigue celebrando el día de la República el 14 de abril.
El documental La escuela olvidada se estrena el domingo en La 2, a las 22.45.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.