La cabalgata de los 'privilegiados'
Concejales, actores, modelos y patrocinadores ocuparon con sus hijos 1.800 sillas reservadas de las 14.000 instaladas para ver el desfile de los Reyes Magos
El pasado noviembre, cuando todavía nadie pensaba en las Navidades, Josefina, de 65 años, levantó el teléfono y marcó el número del Ayuntamiento. Su único objetivo era conseguir una entrada para su nieto, un niño de seis años con un 60% de minusvalía, en el reservado que todos los años se llena de caras conocidas en la tradicional Cabalgata de Reyes. Fue la primera de muchas llamadas, pero llegó el día y su nieto no pudo ver la llegada de sus majestades desde las privilegiadas gradas instaladas en la plaza de Cibeles.
Con los brazos cargados de niños y paraguas, cada 5 de enero miles de padres y abuelos se afanan desde el mediodía para coger una de las primeras filas o cazar alguno de los 12.200 asientos de los 14.000 instalados a lo largo del recorrido. Es una noche mágica y a nadie le importan las horas de espera o el frío. Cuando empieza a caer la noche y ya no cabe un alfiler, el graderío situado estratégicamente frente al escenario, hasta entonces vacío, comienza a llenarse. Por fin es la hora, el desfile está a punto de empezar.
El Consistorio dice que esos sitios son para "compromisos institucionales"
Josefina lleva años viendo con indignación la misma historia y, al día siguiente, siempre busca en la televisión y las revistas del corazón las caras de los privilegiados. "Me dijeron que ese sitio estaba reservado para los patrocinadores, pero lo que hay ahí son políticos, como Ana Botella, y actrices o modelos, como Lydia Bosch o Nieves Álvarez", dice acalorada.
Desde el Ayuntamiento explican que las casi 1.800 invitaciones se reparten entre las diferentes concejalías, los patrocinadores del desfile -este año Renfe y Seat-, los participantes de la Cabalgata y los "compromisos protocolarios". En total, más de un 12% de todo el graderío instalado es de acceso restringido. "No es que los hijos de los concejales tengan más derecho a nada, sino que, como en cualquier acto público, se reserva una mínima parte del aforo para compromisos institucionales", añade el Consistorio.
"Con los impuestos que pagan sus tíos y abuelos, más patrocinadores que mi nieto no tiene nadie", advierte Josefina, que para evitar las horas de espera del niño en la calle, finalmente vio la Cabalgata en el reservado para minusválidos, también en Cibeles. Fue la única opción que le dio el Ayuntamiento tras las conversaciones telefónicas y el intercambio de cartas. Ella se resistió a aceptar hasta el final, porque no quería ocupar un espacio reservado para una silla de ruedas ya que su nieto no tiene problemas de movilidad.
Al día siguiente, una vez más, Josefina vio por la televisión las mismas caras de todos los años en la zona reservada.
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