Schwarzenegger deja paso
Para cuando Arnold Schwarzenegger se alzó con el triunfo en California y se convirtió en gobernador, el mundo ya había renunciado a hacer ingeniosas conjeturas sobre la capacidad política de un actor. Ronald Reagan, presidente de EE UU entre 1981 y 1989, había demostrado años antes ser capaz de gobernar y cometer los mismos errores que los demás. Ahora, tras su doble mandato en el cargo, Schwarzenegger abandona la política y no acaba de desvelar sus planes, que, según apunta, podrían pasar desde volver al cine hasta trabajar para Obama en el terreno medioambiental. Podría también dedicarse a los negocios que le hicieron millonario hace ya años. En definitiva, este sexagenario que mantiene ese rotundo y musculoso físico que lo catapultó a sus papeles estelares en Conan y Terminator tiene todas las posibilidades abiertas para volver a cualquiera de sus múltiples actividades.
Su perfil, antes romo de bruto forzudo, se ha diversificado con los años.
Los republicanos le culpan de haber entregado California a los demócratas y dejar a este próspero Estado, ya en dificultades cuando él llegó en 2003, en la bancarrota y con una tasa de paro (12,4%) superior a la media del país. Schwarzenegger achaca tan malos datos a la crisis mundial. En todo caso, se va con la popularidad por los suelos y el escaso resultado de su plan contra el déficit y su política de reducción de impuestos. Por lo demás, ha demostrado ser inclasificable; quizá lo esperable en un republicano emparentado con los Kennedy a cargo del tradicional bastión demócrata que siempre ha sido California.
Schwarzenegger es republicano y ha firmado con mano de hierro las sentencias de muerte que le han tocado, pero también ha apostado por legalizar el matrimonio homosexual, financiar ensayos con células madre, aprobar un ambicioso plan de reducción de emisión de gases de efecto invernadero y legalizar (sin éxito) la marihuana. Governator, como le llamaban sus seguidores, no ha sido el azote antidemócrata que quizá su físico presagiaba. Ese papel lo jugará ahora otro político californiano de aspecto menos intimidatorio. Se llama Darrell Issa y promete ser el nuevo terminator.
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