Trasplantes: ganamos dopados
En su artículo Nuevas formas de morir y donación de órganos (EL PAÍS, 31 de diciembre de 2010), Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, explica que España mantiene desde hace años la primacía mundial en este campo por "una mezcla de generosidad de la población y efectividad del sistema sanitario". Otra vez oculta la verdad. España es la primera porque (y repito lo que dije en no pocas ocasiones sin que nunca fuera desmentido) una oscura y abundante corriente de dinero engrasa los mecanismos de los trasplantes: médicos y enfermeras trasplantadores perciben, además del sueldo mensual (que ya paga todo trabajo de cualquier empleado del Sistema), unos injustificables incentivos financieros a la producción, insólitos en la Sanidad pública, que los hace ser afanosos detectores de posibles donantes y conseguidores de órganos, porque el número de donaciones depende de los ingresos por incentivos.
Ningún otro país del mundo admite el uso de inmorales estímulos financieros. Ninguno paga a los médicos y enfermeras trasplantadores más que sus honorarios profesionales. España, pues, corre con ventaja, dopada con dinero. ¿Cómo no llegar siempre la primera? Así consigue la Organización Nacional de Trasplantes el éxito que la desinformada sociedad española celebra tanto y le ha valido la pasmosa concesión del Premio Príncipe de Asturias (¡qué desdoro para el premio!).
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