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Chillida-Leku, en la hora del vacío

El cierre indefinido del museo plantea numerosos interrogantes, mientras la familia del artista y las instituciones buscan un acuerdo para poder reabrirlo

Lo que hace unas semanas parecía una fecha lejana, algo inverosímil y resoluble, se ha convertido al final en realidad inevitable. Chillida-Leku no abrirá hoy sus puertas como cada mañana en los últimos 10 años, desde su inauguración oficial el 16 de septiembre de 2000. El pasado 1 de diciembre, la familia Chillida anunciaba el cierre indefinido del centro y un mes de negociaciones, especialmente con el Gobierno vasco, no han llegado a buen término. Las instituciones fijan su ahora mirada en la primavera como posible horizonte para la reapertura. Mientras, Chillida-Leku se enfrenta a un futuro incierto.

- Los motivos del cierre. El centro, por el que en una década han pasado 810.000 personas, de forma mayoritaria turistas extranjeros, se ha tenido que rendir a la crisis y la cada vez más escasa afluencia de visitantes. El 1 de diciembre, los Chillida explicaron en un comunicado que la situación deficitaria del museo lo convertía en "insostenible desde la perspectiva de una iniciativa privada".

La familia descarta habilitar el espacio del centro para otros usos
Los empleados de vigilancia y mantenimiento seguirán trabajando

La idiosincrasia del centro -monográfico y sin exposiciones temporales dedicadas a otra temática que no sea la obra del artista guipuzcoano y sus implicaciones- ha dificultado su mantenimiento. Luis Chillida, hijo del escultor y director del museo, reconoce que el déficit supera los 500.000 euros anuales, con lo que seguir abriendo sus puertas se tornó algo inviable que ha obligado el cierre de sus puertas.

- Repercusión. El anuncio del cierre indefinido generó una catarata de reacciones. Los artistas lamentaron la clausura del centro e, incluso 39 creadores españoles de primera fila criticaron por escrito la "desidia" del Gobierno vasco. El PP ha instado a sus socios del Ejecutivo autónomo a solucionar cuanto antes el problema. Incluso, la portavoz popular en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, visitó Chillida-Leku con motivo de la cena de Navidad de los populares vascos en San Sebastián.

Aralar presentó una enmienda a la totalidad a una proposición no de ley popular en la que insta al Gobierno autónomo a trabajar para garantizar la viabilidad del museo mediante un acuerdo con la fundación.

El anuncio del cierre produjo también un efecto llamada. El centro triplicó en diciembre, sobre todo durante el puente de la Constitución, su número habitual de visitantes y la semana pasada registró grandes colas para entrar. El último día, el pasado 31, un total de 425 personas recorrieron sus instalaciones.

- Negociación. El Ejecutivo mantiene conversaciones con la familia, que en numerosas ocasiones había reclamado el apoyo institucional, ya desde la legislatura anterior. Antes de verano, Luis Chillida ya anunció que sería imposible mantener la apuesta si no se tomaban las medidas oportunas. El anuncio de cierre llegó el 1 de diciembre.

Desde entonces, el Gobierno vasco y la Diputación de Guipúzcoa intensificaron las negociaciones con la familia. El Ejecutivo entregó a los Chillida un estudio con varias conclusiones para lograr un mejor aprovechamiento de los recursos del centro.

Cultura considera que, si se integra en la dirección del museo, como todo parece indicar, éste debería acoger exposiciones temporales de cualquier temática para atraer a más asistentes. En este punto encalla el diálogo. La familia cree que esa opción no encaja con el espíritu fundador de Eduardo Chillida. Y no conciben no mantener cierto control sobre lo que allí suceda.

- ¿Qué pasará con las obras? Las esculturas seguirán expuestas de la misma manera. La familia no rechaza la posibilidad de ceder por algún tiempo algunas obras a otros museos para exposiciones temporales. Todo dependerá de cómo marchen las negociaciones.

En caso de recibir alguna oferta, la familia está abierta a vender esculturas. De hecho, los Chillida sacaban al mercado, apenas una semana después de anuncir el cierre, una selección de 12 piezas monumentales. La venta, la primera de este calado desde que el artista falleciera en agosto de 2002, será gestionada por la sala de subastas Sotheby's. "Una venta en un escenario internacional es la forma más adecuada de promover el legado", indicó Luis Chillida tras este anuncio.

- La plantilla. El museo ha incluido a sus 24 trabajadores en un Expediente de Regulación de Empleo temporal. No obstante, algunos seguirán acudiendo a sus puestos, como los vigilantes -únicamente por la noche-, los de mantenimiento y personal relacionado con exposiciones.

- Nuevos espacios y usos. Por el momento, la familia descarta habilitar nuevos espacios para otros usos. En este sentido giraba la oferta del alcalde donostiarra, Odón Elorza, cuando ofreció recientemente los terrenos de la yeguada militar de Lore-Toki, pendientes de pasar a manos municipales, o la opción de realizar nuevas edificaciones o reformas en el caserío de Zabalaga.

La familia se opone a que el museo pueda generar ingresos con la celebración de bodas, reuniones u otros actos sociales. Luis Chillida asegura a EL PAÍS que en más de una ocasión han recibido grandes ofertas de este tipo y siempre las han rechazado.

- Perspectivas. Las instituciones confían en una reapertura para la próxima primavera. Se espera que la solución llegue en cuanto se limen las asperezas entre ambas partes en lo que al uso del centro se refiere, mediante una gestión mixta pública y privada del museo, hasta este momento dirigido en exclusiva por la familia. Otra solución podría ser la adquisición patrimonial de obras, aunque resulta de gran dificultad, máxime en estos momentos de crisis, dado el valor de las piezas, especialmente las más de 40 esculturas instaladas en la finca.

Nadie quiere pensar en que Euskadi pueda perder uno de sus principales referentes culturales. La familia reconoce haber recibido varias ofertas, algunas de ellas del extranjero, pero asegura que no las ha analizado. Aunque cerrada, la utopía del escultor del vacío sigue, por el momento, en Euskadi.

Visitantes en Chillida-Leku disfrutan el pasado viernes del último día del museo antes del cierre de sus puertas.
Visitantes en Chillida-Leku disfrutan el pasado viernes del último día del museo antes del cierre de sus puertas.EFE

Un día diferente para el director

El pasado viernes, el día en que Chillida-Leku abría sus puertas por última vez, resultó imposible encontrar a Luis Chillida, hijo del escultor guipuzcoano y director del museo, paseando por las campas del centro, como ha acostumbrado a hacer desde que hace 10 años se cumpliese la "utopía" de su padre. La carga emotiva podía haber sido enorme, por lo que Luis Chillida decidió reservar su despedida para otro momento más íntimo.

Sin embargo, como explica a este periódico, quizá sea hoy el día más difícil de todos: "No podré llevar la vida que he tenido durante estos últimos 10 años". Una vida que comenzaba y terminaba en Chillida-Leku. "Sentiré tristeza por la gente que ha viajado, por la que ha estado esperando en la puerta, tristeza por no poder ofrecerles lo que llevamos tanto tiempo ofreciendo", se lamenta.

El último mes ha estado cargado de negociaciones, de noticias, de especulaciones sobre lo que pasará con el centro. "Algunos momentos han sido muy duros. He pasado noches sin dormir. Alguna vez, incluso, hemos mojado la pestaña, no voy a engañar a nadie. Agradezco también haber recibido muchas llamadas", explica.

De cualquier manera, el director del museo guipuzcoano espera que todo lo que está ocurriendo sea una "cuestión temporal, un hasta luego que nos permita continuar". Luis Chillida ve el cierre, por tanto, como un "tiempo de reflexión en el que todos decidamos cómo seguir adelante". Por ello, se muestra convencido de que se llegará a un acuerdo "satifactorio" para todos.

En ello trabajan las instituciones con la familia, en determinar de qué manera y con qué tipo de financiación puede ser viable un museo que dijo basta ante la soga de la crisis económica y la escasa asistencia de público.

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