Un hielo hirviendo
Que el Partido Popular ande (tácitamente) ahora en el mismo sitio que los que consideran que se puede robar en la Red aquello que otros crean con su propio esfuerzo es "como si se colocase un hielo hirviendo sobre aquella ruindad de ronchas, ya amoratadas", por usar una de las joyas metafóricas que jalonan la insuperable excursión de José Lezama Lima en Paradiso.
Como Esteban González Pons, que lidera en el PP esos hielos hirvientes que hacen aparecer su partido como lo que es y lo que no es al mismo tiempo, es un buen lector de poesía, habrá leído esas y otras metáforas del genial cubano. Lezama nació ahora hace un siglo, y murió cuando nació EL PAÍS, en 1976. Durante años amagó con irse de su tierra (de viaje, por ejemplo), pero allí se quedó, construyendo un paraíso de metáforas que ahora se leen como quien come dulces amargos. O como quien deglute hielos hirviendo.
En fin, a lo que iba. González Pons se ha puesto al frente de la manifestación y no tiene un día sin línea, "hirviendo sobre aquella ruindad de ronchas" del PSOE. Lo celebro. Le da a este país la envergadura de la revolución permanente, que es ahora la esencia del partido de Mariano Rajoy. ¿Follón saharaui? Allá va nuestro hombre, a presidir la delegación conservadora en el meollo mismo de la tesis que él juzga revolucionaria porque hace tambalear al sistema... de Zapatero. Zapatero es el hielo: lo quieren quemar. ¿Que hay que oponerse a los recortes que el PP haría seguramente con igual o mayor ahínco que los socialistas? Pues allá va también nuestro lector de poesía, enarbolando la tesis del hielo hirviendo. Un día me llevó Justo Navarro a un restaurante de Málaga. De postre, hielo hirviendo. Ahí lo puede tomar González Pons, en homenaje a Lezama y a favor de la revolución permanente.
No es que el PP se desvíe de sus postulados, es que ahora no tiene postulados. Está a la espera de postulados. Los partidos políticos, al menos en España, postulan (o se postulan) cuando se van a producir elecciones. Mientras tanto, si están en el Gobierno hacen aquello que repudiarían si estuvieran en la oposición, y viceversa.
El Partido Popular está en la viceversa. No sería extraño que un día de estos Rajoy saliera a hablar con el nombre de Yojar y Pons se manifestara (a favor de Fabra, por ejemplo: esa salida le salió mundial) con el apodo de Snop, que suena a Snoopy, pero que es su último apellido sencillamente traspuesto.
Lo que está pasando es muy serio, en todo caso, porque produce tortícolis en el electorado, y produce tortícolis en el país. Decía Lezama, hablando de los dulces: "Hacer un dulce era llevar la casa hacia la suprema esencia". Mezclando lo dulce con lo amargo (lo dulce de buscar votos con lo amargo de traicionar la esencia) puede marear incluso al propio Snop, e incluso al propio Yojar. Es muy peligroso mezclar lo propio con lo ajeno (algo que quieren hacer los piratas, por cierto), pero los partidos políticos serios tendrían que hacer otra cosa. Tendrían que poner a un lado el hielo y en el otro lado el fuego. Con fuego no se juega, esa es la esencia de este juego. Pero el PP tiene ahora su esencia congelada. Hasta que gobierne, con Fabra feliz, lejos (Snop dixit) de "los banquillos mediáticos". Mi vida por una metáfora, aunque no sea de Lezama.
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