_
_
_
_
Hacia un nuevo Gobierno en Cataluña
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Patria y paciencia

Josep Ramoneda

Positivo y pragmático, Artur Mas, a la tercera va la vencida, ha hecho de su larga espera virtud. Gracias a estos siete años se ve ahora mejor preparado para asumir la presidencia de la Generalitat. "No siento que regreso; siento que llego", ha dicho marcando, una vez más, distancia con los Gobiernos de Pujol de los noventa, de los que él formaba parte. Mas no es el mismo, el país tampoco, pero a la hora de la verdad la tradición de ambigüedad y prudencia característica del universo convergente ha vuelto a resplandecer. El nuevo presidente ha dicho compartir la aspiración a la plenitud institucional de Cataluña, pero al mismo tiempo ha advertido que no es "ni un resistente ni un liberador, sino un constructor de la nación catalana". Y que esta no es una tarea para impacientes. Esta es el secreto del éxito del nacionalismo convergente: apunta lejos, pero se mueve cerca.

Más información
Mas fía su Gobierno a la vieja guardia de Pujol y a cinco independientes

Artur Mas venía insistiendo en un Gobierno de los mejores que trascendiera las fronteras del partido. Pero, en la práctica, la mayoría de las carteras clave ha vuelto a manos de veteranos consellers del presidente Pujol. Y Mas ha dado el paso que Pujol nunca hubiera osado dar. Aprovechando la debilidad del PSC, ha invitado a un militante socialista a su Gobierno: Ferran Mascarell, de reconocida competencia, que lleva veinticinco años pensando y dirigiendo políticas culturales para la izquierda. Artur Mas, con este gesto, busca probablemente dar satisfacción a los ciento veinte mil votantes socialistas que optaron por él. Y, al mismo tiempo, el núcleo duro del PSC ha opuesto escasa resistencia a este cambio de filas porque le permite sembrar la sospecha sobre las intenciones del sector catalanista de su partido. Estas operaciones de apertura siempre llevan una alta carga de riesgo. Cuando las cosas empezaron a torcerse, los ministros de apertura de Sarkozy fueron cayendo uno a uno.

La solemnidad de la toma de posición, en que tanto el presidente saliente, Montilla, como el entrante, Mas, hicieron hincapié en la continuidad de un pueblo milenario, no impidió que el principio de realidad irrumpiera desde el mismo estrado. La presidenta del Parlamento catalán, Núria de Gispert, como es preceptivo, invitó a Artur Mas a prometer su cargo, en cumplimiento de un real decreto, firmado, por supuesto, por el rey Juan Carlos y por el presidente Zapatero. Artur Mas tiene razón: hay objetivos que requieren mucha paciencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_