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Reportaje:

La incierta vida del investigador

Unas 300 becas están en peligro

Pablo Linde

La carrera del investigador universitario es inestable por definición. Depende de las convocatorias de becas, necesita hacer estancias en el extranjero, tiene que competir con otros proyectos para conseguir financiación y, al cabo de más de una década en este tortuoso camino, nadie le asegura una plaza. Quien se embarca en este periplo sabe a qué se atiene. Pero la Xunta ha dado un giro a su política con los investigadores, que ni siquiera tienen asegurada las becas con las que solían contar hasta ahora.

En Galicia, hasta ahora, quienes terminaban la carrera y querían hacer su tesis podían optar a un contrato programa con la universidad o a una beca del Ministerio de Educación. Tras el doctorado, existía el programa Ángeles Albariño, de tres años y con el requisito de pasar dos en el extranjero. La siguiente fase eran los contratos Parga Pondal, de cinco años para, por último, acogerse a una Manuel Colmeiro, que era el paso previo a la consolidación de la plaza. Para ir superando fases hacía falta demostrar una excelencia investigadora que acreditase el merecimiento de la financiación pública.

La nueva filosofía que proclama la Administración gallega es que no se pueden crear falsas esperanzas en estos investigadores y que solo puede haber ayudas para aquellos a los que pueda absorber el sistema universitario. Eso, y que la investigación tiene que ser productiva, por lo que se potenciará en las empresas en detrimento, previsiblemente, de la universidad, según palabras del propio conselleiro de Economía, Javier Guerra: "Las becas Ramón y Cajal en toda España son 250; se estaban ofreciendo en Galicia entre 70 y 80 de este tipo y parece que no tiene un especial sentido. Eso no se puede mantener a largo plazo". Quienes han terminado sus tesis doctorales o están a punto de hacerlo y contaban con conseguir un contrato gracias una convocatoria posdoctoral similar a la de otros años, pueden tenerlo casi imposible para continuar investigando. La Xunta negociará a partir de enero con las universidades cómo se define la carrera investigadora. Lo que es seguro es que será distinta.

Esto se une a la ley de reforma laboral aprobada el pasado septiembre, que imposibilita los contratos por obra y servicio durante más de tres años. Muchos investigadores mantienen este tipo de relación con las universidades, que no pueden hacerlos fijos, tal y como establece la ley, a partir del tercer año. Cuando finalizan estos contratos, a los investigadores no les queda otra opción que las becas. O eso, o abandonar su investigación.

El colectivo de investigadores Precarios, lleva meses denunciando esta situación. Argumenta que todo el tiempo y la inversión que se ha hecho en unos 300 investigadores puede irse al traste. Estos son algunos casos.

- Armand Hernández, geólogo. Acabó su tesis doctoral en septiembre. Se apresuró en hacerlo en esas fecha porque era en las que solían convocarse las becas posdoctorales. Pero sigue esperando y asume que lo tiene muy difícil. Ya está buscando trabajo en el extranjero. Pero sabe que tiene que ser en una universidad, porque su estudio sobre el cambio climático a través de la sedimentación en los lagos tiene difícil encaje en la empresa.

- Ronald Teijeira, informático. Su contrato con la universidad para finalizar su tesis doctoral acaba en junio. A partir de ahí, no puede renovar porque cumple tres años por obra y servicio. Su futuro como investigador pasaría por una de las becas a las que probablemente no pueda acceder. Trabaja en sistemas de búsquedas web. Hay pocas empresas que puedan aprovechar sus investigaciones, pero al menos, existen, no como les sucede a algunos compañeros. Si se marcha al mundo privado, todo el capital invertido en él hasta ahora revertiría en una empresa.

- Saúl Beceiro, astrofísico. Está finalizando su tesis doctoral. "Lo que nos dicen siempre en la Xunta es que todos queremos ser funcionarios. Yo no tengo ningún interés, pero la carrera investigadora pasa por la universidad y todos son puestos de funcionario. Qué más quisiera yo que tener puesto de investigación que no pasase por la función pública", explica. En su caso, su investigación sobre reacciones en estrellas tiene muy difícil aplicación práctica hoy por hoy. "A lo mejor dentro de años puede servir para algo, como investigaciones de hace décadas han sido fundamentales para curar el cáncer", apunta. Tiene sobre la mesa una oferta de trabajo para irse dos años a un laboratorio alemán. Prefiere quedarse, porque al marcharse perdería vinculación con su grupo de investigación de aquí y le resultaría muy difícil volver a Galicia. Pero es muy posible que no le quede otro remedio.

- Paloma Díaz, física. Lleva dos años y dos meses con un contrato por obra con la universidad y si quiere acabar su tesis doctoral solo lo podrá hacer con una beca. De lo contrario, tendrá que terminarla sin ningún tipo de subvención. Su campo de investigación sobre núcleos tiene, según reconoce, difícil explicación para un lego en la materia. Y esta es la razón por la que aspira a quedarse en la universidad. Fuera de ella, difícilmente podría realizarla. Pero la Xunta, con el plan de Innovación, investigación e crecemento que aprobó esta semana, busca resultados y reverter en la sociedad su inversión, algo que no siempre consigue a corto plazo.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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