La nieve paraliza Europa

El aeropuerto de Bruselas se cerró a partir del lunes por la tarde durante 48 horas. La causa: no había suficiente líquido anticongelante para retirar el hielo de las alas de los aviones. Miles y miles de pasajeros se quedaron, así, sin poder viajar. Planes de vacaciones estropeados, citas de trabajo canceladas, encuentros familiares aplazados, y etcétera. Basta con recordar la ola de testimonios de ira e impotencia que se produjo en España cuando tuvo lugar hace poco la espantada de los controladores para hacerse una idea aproximada. Si en un caso el caos lo desencadenó un grupo de trabajadores díscolos, lo ocurrido en la capital de la Unión Europea se mueve en otro orden de cosas.

¿Cómo se queda un ciudadano al que se le dice que no puede viajar porque se ha acabado el líquido anticongelante? ¿Y quién se lo explica y cómo? Las ingentes pérdidas económicas que provoca el cierre de un aeropuerto deberían obligar a sus gestores a proceder con cierta prudencia, a establecer algunas previsiones, a informarse del estado del tiempo. En invierno en Europa suele nevar y, a veces, nieva mucho. Es cierto que en tiempos de crisis también se puede ahorrar en líquido anticongelante. Pero quizá no sea la opción más inteligente.

Bruselas no ha sido, sin embargo, la única ciudad afectada por el temporal de nieve. El lunes se paralizaron en Europa 22.500 vuelos y hubo cancelaciones, sobre todo, en Londres, París y Fráncfort. El caos generado, el golpe económico, la furia de los ciudadanos, la falta de previsión y la poca solidez de las infraestructuras de los aeropuertos, en las que no se invierte lo necesario, han hecho estallar a Siim Kallas, comisario europeo de Transportes.

Fue muy duro: "Es inaceptable y no debe suceder otra vez", dijo, y amenazó con legislar en esta materia y establecer unas exigencias de servicios mínimos ante la irrupción de este tipo de eventualidades. Es posible que a veces nieve más de la cuenta. Pero hay que estar preparados. Si sigue faltando anticongelante, llegará el día en que los europeos se queden tiesos como carámbanos. Y serán inútiles cuando se derritan. La UE no puede permitirse este bochorno.