Miss A, Miss W y el sexo por sorpresa
El fundador de Wikileaks sería previsiblemente absuelto en España
No lo dijo Campoamor, pero debería de haberlo dicho: "Y es que en el mundo traidor, nada hay verdad ni mentira; todo es según el tenor de la ley que se te aplica". Lo del color del cristal con que se mira fue pensado para otros aspectos de la vida más estéticos.
Julian Assange, 39 años, fundador de Wikileaks y responsable de la mayor filtración de documentos de la historia, está en Reino Unido pendiente de ser extraditado a Suecia acusado de violación, acoso sexual y coerción ilegal, o de sexo por sorpresa, como explicó su abogado. ¿Forman parte estas acusaciones de las represalias de los poderosos por las filtraciones? ¿Assange es un depravado sexual? ¿Las denuncias obedecen a celos entre mujeres? ¿O hay otras explicaciones?
Los hechos son un tanto confusos, como casi siempre que existen varias versiones, pero en agosto el fundador de Wikileaks fue invitado a participar en un seminario en Estocolmo organizado por el Brotherhood Movement. La jefa de prensa, Miss A, de 30 años, a la que Assange no conocía personalmente aunque habían intercambiado correos electrónicos, le alojó en su domicilio. Una noche mantuvieron relaciones sexuales consentidas. Ella sostiene que se rompió el preservativo y que le pidió que parase, pero que él no quiso y que utilizó el peso de su cuerpo para inmovilizarla. La convivencia no se deterioró porque al día siguiente Assange intervino en el curso e incluso Miss A organizó una fiesta en su honor.
En el seminario, Assange conoció a Miss W, de 26, quien, desde la primera fila, le tiró los tejos. Ella le invitó a su casa, donde durmieron juntos. La dama no objetó sobre las relaciones mantenidas -con preservativo- a primera hora de la noche, sino por las que hubo de madrugada. Parece que él quiso repetir y que lo hizo sin condón mientras ella alega que estaba medio dormida. De ahí la sorpresa. Tampoco Miss W recriminó ni echó de su casa a Assange, sino que días después telefoneó a Miss A y tras poner en común sus experiencias, ante el riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual, fueron a comisaría para asesorarse. Presentada la denuncia, la fiscal Eva Finné realizó una investigación preliminar y decidió archivar el caso por no apreciar delito alguno. Sin embargo, otra fiscal ha reabierto las pesquisas y reclama la prisión de Assange, aunque formalmente todavía no hay cargos contra él, pues la reclamación es únicamente para interrogarle. Él mantiene que todas las relaciones fueron consentidas y que el proceso es un montaje.
Las consecuencias de una violación son terribles, pero determinadas denuncias pueden acabar perjudicando la credibilidad de las que son verdaderas víctimas.
En España y de acuerdo con la jurisprudencia del Tribunal Supremo, Assange sería absuelto. Dos sentencias de este año y una de 2007 lo avalan. Porque aquí no está tipificado el sexo por sorpresa, y aunque el acceso carnal sin consentimiento es una violación, no basta con el testimonio de la víctima para destruir la presunción de inocencia.
En uno de los casos, la mujer alegaba que estaba medio dormida cuando el hombre la desvistió y tuvo sexo con ella. Luego la volvió a vestir y se quedó dormida. Al día siguiente comieron juntos con toda la familia, sin que ella dijera nada. Siete días después denunció los hechos. El Supremo apunta a que ella pudo gritar o hacer algún gesto firme de resistencia, pero que no hubo ninguno, por lo que se pregunta si no hubo consentimiento debilitado. El acusado fue absuelto por presunción de inocencia.
En otro de los casos, la mujer inició una relación sexual de mutuo acuerdo por vía vaginal en un lugar público, como es el descansillo de un bar. Sin embargo, el hombre le dio la vuelta y tuvo acceso con ella por vía anal. Era de madrugada y ambos habían bebido, pero aunque ella dijo que se opuso, tampoco gritó ni hizo ningún acto claro de rechazo. La Audiencia condenó al hombre a cuatro años de prisión, pero el Supremo revocó la sentencia, aplicó la presunción de inocencia, y criticó la tendencia a postular que la declaración de la víctima tiene un plus de credibilidad.
En el tercer caso, el supuesto agresor fue absuelto por el principio de fallar a favor del acusado en caso de duda. La mujer accedió al acto, pero tuvo un fuerte dolor y le pidió que parase. El hombre continuó hasta completar la cópula.
Nada más lejos que frivolizar en este tema, pero lo políticamente correcto en materia de sexo ha llegado a tal extremo que, como con ironía decía una fiscal, "esperemos que en el futuro las mujeres puedan seguir fingiendo sus orgasmos sin ser acusadas de falsedad".
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