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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El límite móvil de la ética

No he tenido ni tiempo ni, principalmente, gana, de seguir el día a día de lo ocurrido estos días con la Operación Galgo. El dèjá vu que sentí al conocer el alcance de esta operación era demasiado evidente, todo recordaba en exceso a la Operación Puerto, y la sorpresa fue conocer que incluso alguno de los principales protagonistas eran comunes. Entonces se hablaba de deportistas; al final solo se conocieron nombres de ciclistas. Ahora el asunto ha golpeado frontalmente al atletismo y parece que no hay más deportes implicados. No sé qué habrá de cierto, pero la realidad es que el dopaje es un problema global del deporte, no entiende de disciplinas ni de especialidades, a pesar de que en alguna de ellas sean más proclives a la trampa.

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El mismo dopaje, menor tolerancia

Pero a lo que voy es a otra cosa. Según la ley actual, cada deportista es directamente responsable de las sustancias que circulan por el interior de su propio cuerpo. Hasta aquí todo bien. Pero cabe preguntarse hasta dónde llega la ética individual de cada deportista para decidir qué hacer y qué no hacer cuando se trata de utilizar sustancias o métodos que se acercan peligrosamente a la barrera de la ilegalidad. Entre el que compite dopado y el que compite a base de pasta y filete hay infinitos términos medios. Por eso esa ética personal será la que decidirá lo cercano o lejano que estará ese término medio que tú has elegido para desarrollar tu trabajo, del límite de la legalidad, la barrera entre un control positivo y uno negativo. Un límite que, no hay que olvidarlo, es móvil, y cada vez acecha más al deportista, supuestamente siempre en defensa de su salud, aunque a veces esto último sea muy discutible.

Y obviando esta responsabilidad última de cada deportista, no hay que olvidarse de la carga de responsabilidad compartida que hay que dar a todo su entorno -léase médicos, entrenadores, preparadores, amigos, familia, compañeros...- Es decir, la burbuja que rodea a cada uno de los deportistas profesionales, unas comunidades propias e individuales a menudo radicalmente desconectadas del resto de comunidades que forman el ecosistema de ese deporte. De la ética que posea este entorno, y de los conflictos que pueda provocar con la que tenga el deportista en caso de que sean divergentes, dependerán las decisiones a tomar. Entonces, variables como el carácter de cada uno, la personalidad, las circunstancias concretas o incluso la propia suerte de haber aterrizado en un terreno firme u otro pantanoso por pura casualidad, marcarán el camino que tome cada uno individualmente.

Es por ello que en este caso por ejemplo, y por simple simpatía personal, me apena especialmente el problema del etíope nacionalizado español Bezabeh. Él sabrá qué decisiones ha tomado con respecto a su carrera y deberá ser consecuente con ellas. Pero teniendo en cuenta las circunstancias en las que llegó a este país, y la forma en la consiguió acceder al atletismo profesional, me queda la sensación de que en el fondo no ha sido más que una víctima colateral del sistema. Quizá me equivoque, quizá no, no lo sé, pero en ocasiones nos equivocamos cuando culpabilizamos exclusivamente al deportista.

Pedro Horrillo es exciclista profesional.

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