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Con las bodegas repletas de conocimiento

"El comandante de la expedición da la orden de partir. La aventura comienza. Los marineros se hacen a la mar, confundidos por el ajetreo de las maniobras y los adioses de familiares y amigos". La descripción del momento no se refiere al Hespérides zarpando ayer de Cádiz, aunque casi valdría. Son palabras del investigador del CSIC Andrés Galera Gómez sobre la partida, también desde Cádiz pero hace más de dos siglos, de las corbetas Atrevida y Descubierta en las que se desarrolló la expedición de Alejandro Malaspina. Su misión, de carácter científico y geopolítico, duró casi cinco años. Galera narra aquel viaje en el libro Las corbetas del rey (Fundación BBVA).

Malaspina, al mando de la Descubierta, y José de Bustamante, en la Atrevida, fueron acompañados por destacadas personalidades como los botánicos Antonio Pineda y Luis Neé, los naturalistas Tadeo Haenke y Lazzaro Spallanzani, el marino científico Alcalá Galiano y el pintor José Guió. Partieron el 11 de septiembre de 1789, cruzaron el Atlántico, exploraron América del Sur y Central, fueron a las islas Marianas y las Filipinas; ya en 1793 las corbetas recalaron en las colonias británicas de Nueva Zelanda y Nueva Holanda. Luego volvieron a las costas americanas, cruzaron el cabo de Hornos y tocaron Montevideo antes de emprender el regreso a España, en junio de 1794.

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"Fue una expedición geográfica y política", comenta Francisco José González, director técnico de la Biblioteca del Observatorio de la Armada (San Fernando, Cádiz). Además de la exploración científica, señala, los marinos tenían el encargo de la Corona de reunir información para la reforma de los virreinatos.

Malaspina nació en Italia, en 1754, y muy joven se alistó en la Armada española, de reconocido prestigio y alto nivel técnico y formativo y entre 1786 y 1788 participó en la vuelta al mundo, en la fragata Astrea, en una misión comercial para mejorar las rutas entre Filipinas y España.

Cuando regresaron, en 1794, Atrevida y Descubierta "traían las bodegas repletas de conocimiento", destaca González. Sin embargo, a Malaspina le tocó vivir una de las frecuentes épocas turbulentas de la historia de España, y de Europa en general, en este caso con la Revolución Francesa. El éxito de la expedición pasó enseguida a un segundo plano, mientras que Malaspina, víctima de las intrigas políticas del momento, con la enemistad del favorito real Manuel Godoy, fue acusado de traición y condenado en 1795. Fue encarcelado en el castillo coruñés de San Antón y, posteriormente desterrado a Italia, donde murió hace ahora 200 años.

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