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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Prórroga navideña

La ínfima victoria parlamentaria de Berlusconi no zanja la crisis, solo prolonga su agonía

La ínfima victoria parlamentaria ayer de Silvio Berlusconi, un profesional de la supervivencia, evita el colapso inmediato de su débil Gobierno, pero no hace sino prolongar su agonía política. A estas alturas de la degradada crisis italiana, los tres votos que permitieron al primer ministro superar la moción de censura en la Cámara de Diputados no bastan para disipar la incertidumbre en un país en vilo y que recientemente ha pasado a estar en el poco amistoso punto de mira de los mercados, como otros de la eurozona, debido a su enorme deuda y exiguo crecimiento.

La aritmética es inclemente y las elecciones anticipadas planean hoy sobre Italia con la misma fuerza que la víspera del día D. Que Berlusconi haya tenido que mendigar votos -comprarlos con promesas de puestos gubernamentales o procedimientos más explícitos, según los periódicos y la oposición- señala inequívocamente lo menguado de su capital político y anticipa el final de ciclo del magnate que ha controlado la vida pública italiana -y utilizado el cargo en beneficio propio- durante casi 15 años. Hace solamente dos, en su triunfal regreso al poder de 2008, que el primer ministro tenía una mayoría parlamentaria de 100 escaños.

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Tras la crispada votación del martes en la Cámara baja, con desesperados chalaneos en el último minuto, Berlusconi, pese a sus promesas de ampliar su frágil e incoherente coalición de centro-derecha, no está en condiciones de conducir con autoridad los asuntos de Italia. Lo impiden la masa crítica del descrédito personal acumulado en los últimos tiempos -que ha tenido ayer una violenta expresión en las calles de Roma- y la extrema vulnerabilidad parlamentaria de un Gobierno a la defensiva, maniatado ante cualquier antojo de uno de sus diputados, como los que ayer desertaron del grupo de su antiguo aliado Fini, verdadero perdedor del desafío, para sostener finalmente a Il Cavaliere. Umberto Bossi, el único socio relevante que le resta a Berlusconi, ha declarado que prefiere elecciones anticipadas a un Ejecutivo pendiente de un hilo.

La suerte de Berlusconi no ha sido zanjada, simplemente pospuesta en un paréntesis navideño hasta su próximo capítulo. Presumiblemente, cuando el Tribunal Constitucional decida en enero si la ley a medida que otorga inmunidad procesal al primer ministro y alguno de sus acólitos es acorde con la ley suprema.

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