A las casas colgadas en el AVE
Cuenca estará a media hora de Madrid a partir del 19 de diciembre. Una buena excusa para sumergirse en su atractiva arquitectura y sus centros de arte. Lo último, el Museo Ars Natura
El 19 de diciembre llega el AVE a Cuenca, o casi (la estación está a cinco kilómetros del centro; el trayecto desde Madrid se hará en media hora). ¿Beso principesco que despertará a la ciudad encantada? A pesar de su aislamiento relativo, en un enclave mágico que le ha valido ser reconocida como patrimonio mundial, Cuenca no ha vivido en el limbo, todo lo contrario: en los años de plomo del franquismo, allí se colgó del aire el único grito posible, el del arte abstracto, heraldo de una modernidad prohibida. El humorista y paisano José Luis Coll decía, remedando una canción popular, "somos de Cuenca, cosa de la que muy pocos pueden presumir"; exactamente, 55.961 privilegiados. A ellos se unió una colonia de artistas que anidaron en las rocas entalladas por las hoces de los ríos Júcar y Huécar. Cuenca adquirió tan buena fama que no ha cesado de luchar contra ella: contra tópicos y laureles. Reinventándose a cada respiro.
10.00 Lo viejo y lo nuevo
A Cuenca se le puede dar la vuelta como a un calcetín: pasar de lo viejo a lo nuevo (y viceversa) no requiere más esfuerzo que cruzar de acera por las calles de San Pedro (1) o Alfonso VIII (2), los dos ejes de la ciudad alta ("Cuenca en volandas", que acuñó el poeta paisano Federico Muelas). La catedral gótica (con fachada neo), el Museo Diocesano (Obispo Valero, 3, dos euros), el Arqueológico (hallazgos romanos de la provincia, Obispo Valero, 12; 1,20 euros) o el Ayuntamiento barroco hacen de la plaza Mayor (3) obligada parada. A veinte metros, por la plaza de la Merced, el seminario de San Julián y la castiza Torre de Mangana (a cuyos pies se está exhumando la antigua judería) arropan al discreto y magnífico Museo de las Ciencias de CLM, un edificio de hormigón coloreado de Salvador Pérez Arroyo (1999; entrada, 1,20 euros). Por el extremo opuesto de la ciudad alta, el castillo (4), la iglesia de San Pedro y un convento carmelita convertido en sede de la Fundación Antonio Pérez (5) (Julián Romero, 20, entrada gratuita), un coleccionista de amigos artistas que acabó contagiándose con el virus parisiense del objet trouvé.
12.00 Lo último y lo penúltimo
En los faldones de ese eje dúplice, la iglesia románica de San Miguel, por la bajada a la hoz del Júcar, y la Casa Zavala, sede de la Fundación Antonio Saura (6) (plaza de San Nicolás, 4, entrada gratuita), quien dejó París por Cuenca y abrió aquí hogar y estudio. Por el flanco que da al Huécar, las célebres Casas Colgadas, que son tres, de origen medieval, convertidas en 1966 en pionero Museo de Arte Abstracto - (7) (entrada, 3 euros); fue una locura de dos pintores, Fernando Zóbel y Gustavo Torner, y lo mejor del arte español del siglo XX se enrocó en su laberinto: Millares, Saura, Tàpies, Feito, Canogar, Rivera...; algunos de ellos, como Saura, Torner, Rueda o Bonifacio, anidaron en casas asomadas a las hoces. Poco antes, en 1964, el manchego Miguel Fisac había construido una Casa de la Cultura (actual Biblioteca Pública (8), glorieta de González Palencia, 1) con un cubo voladizo, provocador, que se toleró al tomarse como trasunto abstracto de las casas colgadas. Como eco a esos envites del siglo XX, se inauguró el pasado verano el Ars Natura - (9) (Río Gritos, 5; en el Cerro Molina; 969 27 17 00), con afán de convertirse en buque insignia cultural conquense; el cofre, de los arquitectos Carlos Asensio y José María de Lapuerta, es más llamativo que el propio contenido.
14.00 Morteruelo y gazpacho de pastor
Hora de comer, y estamos lejos del centro: no importa, en Ars Natura ha abierto sucursal Manolo de la Osa (una estrella Michelin en su restaurante Las Rejas, de Las Pedroñeras); se puede comer o cenar aunque el museo esté cerrado; eso sí, conviene reservar: 969 21 95 12. Si apetece el encanto de la ciudad alta, el Mesón Casas Colgadas (Canónigos, s/n; 969 22 35 09; pegado al museo) ofrece platos bastante realistas. Y un poco más arriba, dos comedores con vistas: el Horno de las Campanas (10) (San Pedro, 60; 969 23 10 00) y el más reciente El Aljibe (11) (San Pedro, 12; 969 23 27 00). Los autóctonos prefieren la parte nueva, más que nada por evitar a los turistas. Estos llevan apuntados sus deberes gastronómicos: morteruelo (que alguien llamó foie-gras a lo bestia), ajoarriero, gazpachos de pastor, zarajos (solo para estómagos blindados), asados de cordero o cochinillo, y de postre, alajú y una copita de resolí, que no trajeron los moros sino las modas florentinas. En la ciudad baja, dos sitios: la cocina creativa de Raff (12) (García Lorca, 3; 969 69 08 55) y El Bálsamo de Fierabrás (13) (avenida de Juan Carlos I; 969 69 20 09).
16.00 Jardines de hadas
Parece que el paisaje de las hoces favorece la digestión e incita al paseo. Una reciente iniciativa turística del Gobierno de Castilla-La Mancha son las 20 escapadas de leyenda (libro-cómic gratuito en oficinas de turismo); la leyenda de La Cruz del Diablo se sitúa en la romántica bajada a las Angustias (14), y es una coartada para la excursión a Cuenca. También los alrededores; a diez minutos en coche está la laguna de Uña (15), poblada al parecer por monstruos anfibios con mala uva. Y poco más allá, la Ciudad Encantada (16) propiamente dicha, un jardín de piedra inventado por la lluvia y por el viento (entrada por CM-2105, tres euros).
19.00 Músicas celestiales
Otra seña de identidad de Cuenca es la música sacra. La Semana de Música Religiosa empezó en 1961, coincidiendo siempre con la Semana Santa, y tal vez como sensato contrapunto. Este compromiso llevó a la creación, en 1994, del Teatro Auditorio (17) (www.auditoriodecuenca.es; 969 23 27 97), un proyecto incrustado en la hoz del Huécar por un auténtico experto, José María García de Paredes, junto a Ignacio García Pedrosa. Si no hubiera concierto que llevarse a la boca, nunca faltan buenas tapas en el casco viejo (El Rotus, Taberna de Jovi, Más que Amigos) o en las zonas conocidas como "la calle" (Doctor Galíndez, en la parte nueva, gente joven) y la Estación (la de siempre); para bailones, la Sala Caché, y para público gayfriendly, El Bus.
22.00 También aquí cae la noche
A la hora de elegir hotel, también hay novedades: el hotel Convento del Giraldo (18) (San Pedro, 12; 969 23 27 00) es un colorista cuatro estrellas al lado de la catedral, con vistas al Huécar, y monjas invisibles que siguen viviendo en el segundo piso. Unos metros más arriba, el Leonor de Aquitania (19) (San Pedro, 60; 969 23 10 00) hace guiños al carácter palaciego del inmueble que ocupa. Muy especial es el ambiente de la Posada de San José (20) (Julián Romero, 4; 969 21 13 00), en el antiguo colegio de seises de la catedral. Y cruzando el puente de San Pablo: el Parador - - - 21 (paseo de la Hoz del Huécar; 969 23 23 20), en el convento de San Pablo.
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