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Columna
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Patriotas

Una amable empleada de la caja me sugiere que ponga mis ahorros a hacer patria porque nadie da ahora un interés más interesante (¿o era interesado?). Sí, debe ser esto último, porque cuando compras un bono de la Generalitat el banco va a llevarse en minutos casi tanto como tú, que pones a hibernar tus caudales durante todo un año. Con lo que cuestan de ganar. Y ahora nos piden que además de vivir y cumplir con Hacienda, si aún queda algo se lo prestemos a las lumbreras que nos desgobiernan para que los empleen (esa es otra) en vaya usted a saber qué. En el mejor de los casos, en pagar las ingentes deudas acumuladas por una gestión catastrófica; en el peor, en comprarle mercromina a Ecclestone, el padrone de la fórmula 1 (que dicho sea de paso, no se entiende cómo puede una marca de lujazo pagarle a semejante individuo por aparecer en un anuncio cuyo mensaje es que si llevas ese reloj los cacos convertirán tu jeta en una albóndiga)

Dicen que el concepto moderno de patriotismo lo acuñó el pueblo francés en armas frente a las clases dominantes del antiguo régimen. Pero eso fue antes, y está demostrado que ardor patriótico y dinero se llevan mal. La patria, chica, grande o mediana, vale para escuchar el himno antes del partido, o hacer pucheros sobre el podio mientras izan la bandera. Pero suele tener un gran defecto que se llama fisco, con toda esa gaita de que los impuestos son instrumento de solidaridad. Recordaréis que los inspectores de Hacienda, qué plaga, pidieron que los deportistas que se llevan sus ganancias a paraísos fiscales no representen al país, porque no lo merecen. Desde entonces han llovido muchos millones, y futbolistas, tenistas, artistas, motociclistas, chorizos de la política y automovilistas de élite siguen alimentando cuentas opacas. Los de La Roja cobraron en Sudáfrica porque así cotizaban la mitad, evitando a las arcas de la patria seis millones de euros (la mensualidad de 7.000 pensionistas). También os acordaréis de que hubo bronca con los ridículos impuestos de los fichajes extranjeros, pero al fin y al cabo, si seguimos con la lógica de las patrias, es que esos no son de aquí y les da igual que tengamos o no para escuelas y hospitales. Y se ve que a la Liga de Fútbol Profesional también. Recordaréis al ahora monumental Fabra, que aunque sí sea muy de aquí, ha llegado a recuperar 14.000 euritos de sus declaraciones de la renta; y a Esperanza Aguirre, una patriota con veleidades de insumisión fiscal; y a Alejandro Sanz, milloneti en fans y en caché al que el juez Pedraz investiga por si ha escaqueado 170 millones de nada; y al sin par Sean Connery, acusado de un pelotazo parecido al que la fiscalía atribuye al ex valencianista Cañizares, esforzado "empresario" cuya única actividad productiva sería hacer malabares con el precio de unos terrenos sin siquiera declarar las ganancias amparándose en ardides de leguleyo.

No, gracias. Si algún orgullo patrio me queda a estas alturas, desde luego no reside en los bonos.

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