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LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO | El cerco a Assange

"Julian está muy decepcionado, no esperaba acabar en la cárcel"

La abogada del fundador de Wikileaks, Jennifer Robinson, dice que no se le ha permitido hablar con su cliente desde que entró en prisión en la tarde del martes

Joseba Elola

Julian Assange ya ha pasado dos noches tras los barrotes de la prisión para hombres de Wands-woth (Londres). Su abogada, Jennifer Robinson, aseguró ayer por la tarde que no ha podido hablar con su cliente desde que fue arrestado el martes por la policía. "La última vez que hablé con él fue ayer [por el martes], en la comisaría", dijo en conversación con EL PAÍS. "Julian está decepcionado. No esperaba acabar en la cárcel. Ha sido una sorpresa para él".

Robinson, letrada de la firma Finers Stephens Innocent, cuenta que su cliente no entiende cómo le ha sido aplicada la prisión preventiva por miedo a una posible fuga cuando fue él quien se presentó de manera voluntaria ante la policía británica. "Pero está seguro de que va a tener la posibilidad de limpiar su nombre".

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"Los cargos no están orquestados por el Pentágono", dice Miss A.
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El fundador de Wikileaks acudió el martes a una comisaría de policía británica confiando en que sería liberado a las pocas horas previo pago de una fianza. No fue así. No dio ese paso antes, dado que la orden de arresto emitida por la fiscalía sueca contenía defectos formales. Una vez recibida la nueva orden, no había razón para seguir escapando. Tarde o temprano, tendría que hacer frente a la justicia.

Son cuatro los cargos que pesan en su contra: uno por coerción ilegal, dos por acoso sexual y uno por violación. La historia detrás de estos cargos contiene múltiples aspectos oscuros que la justicia sueca deberá aclarar, contando con la declaración de Assange. Todo apunta a que se trata de dos episodios de sexo consentido que derivaron en episodios de sexo forzado, según las denunciantes.

Por lo que se sabe hasta ahora, el activista australiano viajó en agosto pasado a Estocolmo para participar en una conferencia sobre la libertad de expresión. Se encontró con Miss A., una de las organizadoras del evento, y acordaron que Assange se alojaría durante unos días en su apartamento. Según se desprende de la declaración de la denunciante, el 14 de agosto, mantuvieron relaciones sexuales de mutuo acuerdo. Pero según Miss A., en un momento determinado ella se sintió forzada y Assange utilizó el peso de su cuerpo para inmovilizarla.

El encuentro sexual, que según The New York Times se produjo en la mañana de ese 14 de agosto, se saldó con una ruptura del preservativo. Según la denunciante, a pesar de su oposición, el acusado no se detuvo y la forzó a seguir.

Assange se quedó unos días en Estocolmo y prosiguió con sus conferencias. Miss W., una admiradora que le vio en televisión, acudió a una de esas sesiones, y quedaron para verse y se acostaron de mutuo acuerdo. En la mañana del 17 de agosto, según publicó The Guardian, Assange la sorprendió mientras estaba dormida y no usó preservativo.

Al día siguiente, Assange y Miss A. volvieron a encontrarse, siempre según la versión de la denunciante. En esta ocasión, el cerebro de Wikileaks la "acosó deliberadamente" con la intención de violar su integridad sexual.

Dos días más tarde, el día 20, ambas se presentaban en una comisaría de Estocolmo para presentar una denuncia contra Assange. Según cuenta un periodista que durante un tiempo trabajó estrechamente con Assange y que prefiere no identificarse, antes de acudir a la policía, las dos mujeres dieron un plazo a Assange para que se hiciera la prueba del VIH. A pesar de que una persona de Wikileaks intercedió ante Assange para que este accediera a la petición, el australiano se negó. Miss A y Miss W. decidieron entonces acudir a la policía.

Cuarenta y ocho horas después de poner la denuncia, Miss A. ofreció una entrevista al periódico sueco Aftonbladet y declaró: "Los cargos contra Assange, por supuesto, no están orquestados por el Pentágono. La responsabilidad de lo que me ocurrió a mí y a la otra chica reside en un hombre con una actitud retorcida hacia las mujeres que no sabe aceptar un no por respuesta".

En la legislación sueca existen tres categorías de violación. Se considera que hay violación severa cuando se produce un alto nivel de violencia; las penas pueden ascender a los 10 años de cárcel para el violador. En el caso de violación normal, que implica un cierto uso de la violencia, la pena máxima es de seis años. La tercera categoría, en la que los fiscales suecos encuadrarían la acusación a Assange, según relataba ayer The New York Times, recibe el nombre de violación menos severa y se aplica en casos en los que puede no haber existido violencia pero se ha forzado el acto sexual. La pena de cárcel puede ascender a cuatro años.

Las sombras que planean sobre este caso obedecen en gran parte al hecho de que la fiscalía formalizó una orden de arresto por violación que retiró al día siguiente. Los abogados de Assange apuntan a que todo obedece a una maniobra política. Su mayor preocupación en estos momentos es que las autoridades británicas autoricen la extradición del australiano a Suecia, donde, temen, podría ser extraditado a su vez a Estados Unidos.

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El fundador de Wikileaks, Julian Assange, en un seminario en Estocolmo el pasado 14 de agosto.
El fundador de Wikileaks, Julian Assange, en un seminario en Estocolmo el pasado 14 de agosto.EFE

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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