56 horas de puente en la 'disco'
6.000 lucenses participan en un maratón de 24 orquestas en Nova Exágono
"La juventud ha vuelto a las verbenas y la gente de edad más avanzada ha regresado a las sesiones de baile en salas de fiestas y eso, de alguna forma, lo hemos logrado las orquestas gallegas". Es palabra de Lito, uno de los cantantes y dueño de la orquesta Panorama, que el pasado fin de semana, junto con otras 24 formaciones orquestales, participó en un maratón de 56 horas de música en directo que dejó embelesadas a las 6.000 personas que acudieron al evento en la sala Nova Exágono de Lugo.
Cuando todo apuntaba a que las verbenas encaraban su agonía, formaciones como Panorama o París de Noia apostaron por un nuevo concepto en el que el ritmo del pasodoble o los últimos éxitos de cualquier lista radiofónica se versionan sobre escenarios espectaculares, acompañados de una cuidada coreografía. El personal acabó rindiéndose, la fiesta popular revivió y un duelo entre estas dos orquestas puede concitar mayor expectación que la actuación del televisivo líder discográfico del momento. La pasión es tal que, como si fuera una pretemporada futbolera, se pueden consultar las altas y bajas de las orquestas en una web. Así se puede saber que Rafael Arenas ha firmado con Marimba o que Ivis (ex Montes) formará parte de la plantilla de Panamá.
El dueño sabe que ha batido un récord, pero no va a homologarlo
"La gente mayor ha vuelto a las salas de fiestas", afirma el líder de Panorama
Pero si las verbenas estaban en fase crítica, las salas con música en directo de orquesta ya habían certificado su desaparición, hasta que resurgió el fenómeno. José Fernández es uno de esos empresarios que creyó en el milagro y lo logró. Optó por reabrir una macrosala de Lugo que llevaba años cerrada para ofertar actuaciones en vivo, y no se arrepiente. Hace dos años programó 50 horas de música de orquesta y este año se fue a las 56. Es consciente de que constituye todo un récord, pero no tiene interés en homologarlo.
Así, a las 20 horas del pasado sábado, sobre el escenario de su negocio estaba la orquesta Miramar para dar comienzo al maratón. Había poco público en la sala, pero era cuestión de tiempo. Al poco rato llegaron Ánxela y María desde Pol. Ambas tienen 18 años, son conscientes de que sus padres deben estar "hasta el gorro", pero acuden a cuantas verbenas pueden. Dieciocho horas después continuaban en el mismo sitio, y eso que para este evento no pudo acudir Olympus y todavía faltaba mucho rato para que actuara la París de Noia (encargada de cerrar el maratón), sus dos orquestas preferidas.
Tenían programada la retirada para cuando concluyera Panorama, pese a que la formación de Caldas de Reis no entra dentro de sus preferencias. "Hay que reconocer que están bien, pero son, entre comillas, rivales de la París", se justifica Ánxela, en tanto que María echa en falta las voces de las vocalistas Irene y Diana. Se fueron tras 20 horas, pero con la promesa de volver al día siguiente, para ver a la París y a Cristian, uno de los solistas, "que es un cielo".
En momentos concretos hubo colas en la taquilla, pero también hubo instantes de soledad en la pista. La orquesta Panamá tuvo que actuar en un horario poco adecuado (15 horas del domingo) y eso se notaba. Aun así, desgranó con intensa profesionalidad dos horas de variado repertorio. Cristina, una de las voces femeninas y copropietaria de la banda, estaba satisfecha y presumía con orgullo de ser la única orquesta gallega que cuenta con "una guitarrista" ya que mujeres instrumentistas hay pocas.
La tarde del domingo comienza a transformarse cuando Panorama pisa el escenario. Arranca con una de Sergio Dalma y enseguida lanza un guiño al dueño del negocio: "¡Pepe, te queremos!", grita Jorge, uno de los cantantes.
En el momento en que interpretan un pasodoble la gente saca a relucir todo lo que ha aprendido en las clases de bailes de salón y la pista se abarrota cuando le toca el turno a un tema de Billo's Caracas Boys. Todo el mundo baila, incluso los hay que se atreven con una coreografía de cuatro, entre ellos, Pepe y Esther. Ambos sobrepasan los 60 años y hace cinco que perfeccionaron estilo cuando, en un antiguo teleclub, ahora centro social, se sometieron a la disciplina de dos monitores de baile. Desde entonces dan rienda suelta a sus habilidades siempre que pueden. ¿La orquesta? En este caso les da lo mismo, lo suyo es bailar y dicen que dentro de poco también se atreverán con el tango, puesto que el aprendizaje continúa.
Tal vez por eso, a las 10 de la noche del lunes, se encontraban de nuevo en la taquilla para exprimir su sabiduría con las últimas orquestas. Poco después de las cuatro de la madrugada, París de Noia echó el cierre a las 56 horas, pero a Pepe el cuerpo aún le pedía más: "Para el año, que traigan orquestas todo el puente de la Constitución".
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