Menos que una cumbre
Tenía que ser una de las cumbres iberoamericanas más sustantivas. En Mar del Plata se aprobaba, el sábado, la constitución de un fondo de 100.000 millones de dólares, los próximos 10 años, para el proyecto Metas 2021, con que garantizar la cobertura universal en enseñanza Primaria y Secundaria; la alfabetización total en 2015; y una educación pensada para la inclusión social. Pero tsunamis varios han conspirado contra el éxito, al menos mediático, de la cita de Mar del Plata.
Las filtraciones de Wikileaks han estado muy presentes, aunque la iniciativa del presidente ecuatoriano de condenar a la diplomacia estadounidense, que respaldaban Cuba, Venezuela y Bolivia, no prosperara por la oposición de la anfitriona, la presidenta de Argentina, del brasileño Lula -que se despedía, a punto de ceder el cargo- y del líder mexicano Felipe Calderón. Junto a ello, una fuerte nómina de ausencias. A las incomparecencias de jefes de Estado -Hugo Chávez, Evo Morales, Raúl Castro, el nicaragüense Daniel Ortega- había que sumar la de Rodríguez Zapatero. Es esta la primera vez que un jefe de Gobierno español falta a la cita, y su ausencia, decidida en el último instante, no podía ser bien acogida. Tampoco se invitó al presidente hondureño Porfirio Lobo, como sanción por el golpe militar contra Manuel Zelaya, en junio de 2009. Como corolario de lo anterior hay que interpretar la adopción de una cláusula democrática por la que los países iberoamericanos contemplan la suspensión de un Estado miembro en el caso de que vulnerara el orden constitucional.
Las cumbres iberoamericanas, a las que, eso sí, nunca falta el Rey, se disputan arduamente el tiempo de estos gobernantes con un sinfín de otras reuniones de ámbito latino o panamericano. No sería por ello desdoro, sino elemental prudencia, debatir la posibilidad de convertirlas en bienales.
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