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Entrevista:Alma Whitten | Directora de Privacidad de Google

"Si los usuarios no se sienten seguros será nuestro fin"

Ramón Muñoz

Google no solo tiene un problema de dominio de mercado. Su éxito planetario también lleva aparejado conflictos con la privacidad y el manejo de datos personales de sus millones de usuarios. Su buscador, pero también Gmail, YouTube, Buzz, Street View y otros tantos servicios se basan precisamente en recolectar datos, hábitos de consumo y preferencias de los usuarios para hacer funcionar una inmensa máquina publicitaria que se lleva la mayor parte del pastel de los anuncios en Internet. Y eso le está ya ocasionando denuncias en los juzgados.

Alma Whitten (Nueva York, 1966), la directora mundial de Privacidad de Google, defiende como un factor "fundamental y crítico" la protección de la privacidad. "Si la gente no se siente segura usando nuestros servicios dejará de utilizarlos y ese sería nuestro fin", argumenta.

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De visita en Madrid, la ejecutiva niega la frase que se le atribuye al consejero delegado de su empresa, Eric Schmidt, de que si no quieres ver algo en Internet es mejor que no lo hagas. "El sentido de sus palabras es que es labor de los técnicos de Google es informar al usuario sobre lo que quiere exponer en Internet y con qué usuarios quiere compartir esa información, para que sea consciente en todo momento de hasta donde va a llegar esa información, y sus consecuencias, y se sienta seguro en esa situación, que él mismo ha decidido". "No queremos que se lleven sorpresas desagradables", apunta.

De las filtraciones de Wikileaks prefiere no opinar -"Porque es un asunto de periodistas"-, pero sí deja claro que no existe peligro de que hubiera un wikileaks interno, con filtraciones de su inmensa base de datos porque la información sobre los proyectos y los servicios de Google y de sus usuarios están seguros "dentro de lo razonablemente posible". "Los datos de Google y los e-mail de nuestros ejecutivos tienen la misma protección que el correo de cualquier usuario de Gmail".

"Tenemos un sistema integral de protección interna. Lo primero que hacemos es cerciorarnos de que el número de personas que accede a esos datos sea tan pequeña como sea posible. En segundo lugar, controlamos que el uso de esos datos sea apropiado y, en caso, de no serlo sea intervenido rápidamente; y, por último, que todo el mundo que tenga acceso a datos delicados haya recibido la información adecuada y sea consciente del peligro de hacer un uso impropio de ellos".

Este trabajo de control es llevado a cabo por un equipo de seguridad interna. Se trata de uno de los cinco equipos que trabajan en el área de privacidad, que van desde la gestión del dashboard (panel de control) desde el que un usuario puede acceder a todos los datos que tiene de él Google (aunque no las cookies o aquellos datos internos que sirven de guía a los anunciantes), a los que desarrollan los nuevos servicios, al equipo jurídico y técnico que revisa que están de acuerdo con las normas de privacidad.

Pese a ese control, Whitten reconoce fallos como el que le ha forzado a llegar a un acuerdo para cerrar la demanda judicial colectiva por Buzz, una especie de red social asociada a Gmail, que revelaba datos sin conocimiento del usuario. "Cuando empezaron a llegar quejas de usuarios, nuestros ingenieros trabajaron tres días y tres noches para solucionarlos y ahora estamos trabajando para que no vuelva a ocurrir". Google ha pagado 8,5 millones a un fondo independiente que será usado para "apoyar a organizaciones que promuevan la educación sobre la privacidad en la web" y 2.500 a los usuarios que promovieron la demanda.

Sin embargo, los problemas más acuciantes para Google vienen ahora de Street View, el servicio de mapeado mediante fotografías de las calles de las principales ciudades del mundo. Google primero tuvo que pixelar los rostros de los peatones y las matrículas de los vehículos. Luego se descubrió que los coches encargados de recorrer las calles recogían sin permiso datos sobre redes privadas de wi-fi, lo que provocó una nueva rebelión en varios países como Austria, República Checa y Portugal que han frenado el proyecto hasta que se sustancien las demandas judiciales abiertas contra la empresa. En España, donde también se sigue el caso por la vía judicial, el servicio está activo pero se han dejado de hacer fotos.

"Nunca tuvimos la intención de recoger esos datos, se debió a un error en la programación de los vehículos como dijimos en su día en nuestro post. Y cuando nos enteramos de que eso estaba sucediendo rápidamente lo corregimos y nos aseguramos de que no volviera a ocurrir", asegura.

La directiva de Google insiste en que Street View es un producto "legal" y se lanza "desde la legalidad" en todos los países en los que está presente. "En todos ellos, hemos abierto un debate previo con las agencias de protección de datos, los Gobiernos y los propios usuarios para intentar no molestar a nadie. Los procesos judiciales los lleva el departamento jurídico, pero trabajamos con los Gobiernos y respetaremos siempre sus opiniones, como hemos hecho en Alemania". En este país, ha tenido que borrar más de 240.000 edificios cuyos propietarios no querían salir en Street View.

Whitten reconoce que tanto en el buscador como en Gmail, Google detecta las palabras clave que escribe el usuario y las utiliza para adjuntarle publicidad de sus anunciantes en relación con esas palabras, la llamada publicidad relacionada. "Es importante aclarar que, primero, Google no vende ni comparte información con los anunciantes ni con terceros y, en segundo lugar, a los usuarios les llegan anuncios de los anunciantes que han comprado la búsqueda con esa palabra clave, pero en ningún caso información personal de los usuarios".

Sobre el procedimiento abierto en Bruselas por abuso de posición dominante, Whitten se limitó a señalar que confía en que se resuelva favorablemente.

Alma Whitten.
Alma Whitten.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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