Jaque mate en el cole
Ferrol emula a la URSS y enseña ajedrez a un millar de niños de 3 a 12 años
Concentración, memoria dinámica, imaginación, pensamiento analítico y abstracto, resolución de problemas y autosuperación. El ajedrez potencia el desarrollo intelectual, emocional y cognitivo. Así lo sostienen muchos estudios psicológicos que enumeran las ventajas del juego para la estimulación mental, especialmente en la infancia, con el cerebro en plena expansión. En la antigua URSS lo sabían, y el aparato estalinista obligaba a todos los escolares a jugar en los palacios de pioneros, el equivalente a los boys scouts en su versión soviética. Todavía hoy, Rusia lidera la clasificación mundial de la Federación Internacional de Ajedrez y rusos son muchos de los mejores jugadores de la historia como Gari Kasparov, Anatoli Karpov, Alexander Alekhine o Mijail Botvinnik.
Con 7 años ya hay quien domina las aperturas y diseña tácticas de enroque
Los beneficios pedagógicos del juego están avalados por la Unesco
Buscando el beneficio pedagógico, el Ayuntamiento de Ferrol ha puesto en marcha clases gratuitas de ajedrez en todos los colegios públicos y privados para unos 1.300 alumnos de Educación Infantil y Primaria. Aspirar a ganar, saber perder, tomar decisiones y encajar las consecuencias. Para la edil ferrolana de Educación, Mercedes Carbajales, los beneficios demostrados del ajedrez -reconocidos por la Unesco- "son razones de peso" para introducirlo en las escuelas ferrolanas.
Treinta y dos piezas blancas y negras sobre un tablero de 64 casillas en un juego con posibilidades infinitas. Para muchos, la mejor gimnasia mental. Se compite desde el siglo XVI y es un lugar común a todas las culturas con 173 federaciones en otros tantos países. "Es barato, adecuado para todas las edades y sin limitaciones físicas", resume Xoán Rei, presidente del Círculo Ferrolán de Xadrez.
La entidad firmó el mes pasado un convenio con el Gobierno local para enseñar ajedrez a todos los escolares ferrolanos de 3 a 12 años. El Ayuntamiento puso sobre la mesa 30.000 euros para financiar el proyecto Xadrez nas Escolas, al que pronto se sumaron 20 colegios públicos y concertados. Otros, como el CEIP de Valón, se quedaron fuera por decisión de sus directivas, apuntan desde la entidad.
Las clases arrancaron a mediados de noviembre. Los más pequeños, de tres a cinco años, tienen media hora de ajedrez cada semana dentro del horario escolar. En Primaria, de 6 a 12, las lecciones son de una hora.
Mateo y Manuela no pasan de los cinco. Miran un tablero gigante y acolchado con grandes piezas imantadas que el profesor ha extendido sobre el suelo. Durante los pocos minutos que se están quietos, escuchan las ingeniosas explicaciones del monitor para enseñarles los movimientos. "El alfil es como un espía, anda siempre de lado, escondido", les explica Fran Pérez. Cuenta que los peones son valientes soldados que desfilan siempre hacia delante y que el rey camina con bastón, de casilla en casilla, para descansar. La concentración les dura poco. Con siete, la cosa cambia. Los más avezados ya dominan las aperturas, y diseñan estrategias de enroque. Con 11, ya son capaces de jugar una partida entera sin apenas mover las piezas, adelantando las jugadas con imaginación y memoria. La progresión de los niños es rapidísima y los beneficios psicológicos incontables, asegura Pérez.
El Círculo de Xadrez lleva una década peregrinando por los colegios dando clases a unos pocos alumnos. Este año, por primera vez, la actividad se ha extendido por casi todos los centros, ganando adeptos y comiéndole terreno al fútbol. Hasta los 10 años, hay un equilibrio entre niños y niñas. De ahí en adelante, el ajedrez es un universo de geometrías espaciales muy masculinizado. "Hay una chica por cada diez hombres", dice el monitor.
Al Círculo de Xadrez le faltan pocas semanas para coronar 50 años de historia. La entidad se refundó en 1961 tras la Guerra Civil, que lo hizo añicos. Hoy suman un centenar de socios, explica su presidente, Xoán Rei. Cuenta que fue un leonés, ajedrecista y republicano, quien le dio un nuevo impulso a la entidad. Rodrigo Rodríguez, que así se llamaba, era capitán sanitario de la II República y acabó desterrado en una aldea de Lugo. Por azar, le tocó representar a Galicia en un torneo de ajedrez en 1953 y se proclamó subcampeón de España después de "20 años sin jugar".
La dictadura de Franco hizo la vista gorda a su pasado político y le permitió ocupar una plaza de veterinario en Neda. "Llegó a jugar con Fraga", asegura Rei. Rodríguez reagrupó a los ajedrecistas ferrolanos en torno al Círculo de Xadrez. De la escuela de esta entidad ha salido ya un maestro internacional (semiprofesional) como Diego Guerra, y Antonio Pazos, maestro Fide (aspirante), las dos categorías previas al título de Gran Maestro, reservado a los mejores de la historia.
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