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Columna
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Martes negro

Madrileño de izquierdas y del Real Madrid, las desgracias siempre vienen bien acompañadas en este martes con sabor a lunes y a derrota, pero nuestro héroe sabrá sobreponerse a la adversidad. Mal día para dejar de fumar, decía uno de los protagonistas de Aterriza como puedas en la torre de control, desbordado por el caos aéreo. Martes 30 de noviembre, ha muerto Leslie Nielsen, protagonista de aquella cinta y de tantas parodias sobre el cine americano y su forma de reflejar la realidad en el país más poderoso del mundo, con permiso de China. Los titulares de los periódicos de estos días fluctúan entre la parodia y la tragedia. Wikileaks: "Espía como puedas", los diplomáticos sin careta ya nunca volverán a ser como eran, se han quedado en correveidiles chismosos y matones de ocasión al servicio de Gobiernos que son a su vez correveidiles de los Mercados. La nueva ortografía debería escribir Mercado con mayúscula, Mercado Único, lo demás son mercadillos locales, sujetos a leyes, tan inmutables, dijo el otro día Esperanza Aguirre en un inesperado y torpe arranque dialéctico, como las leyes de la física y la química. Nada permanece, todo fluye , todo es relativo y una teoría solo es válida mientras está en peligro. Todo vale, los restos de las obras que no se hicieron, los fragmentos dispersos que dejó la explosión de la burbuja inmobiliaria no se reciclan, se tiran a un agujero o se desechan en escombreras ilegales ignorando las modernas plantas de reciclado. En Madrid el reciclaje está en ruinas, advierte este periódico: "Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora / campos de soledad, mustio collado / fueron un tiempo Magerit famosa".

La nueva ortografía debería escribir Mercado con mayúscula, lo demás son mercadillos locales

Nuestro héroe tiene el día elegíaco, curtido en mil reveses, hace un esfuerzo para no perder los buenos modales y otorga su más sentida felicitación a sus amigos culés y neoconvergentes, aunque sospecha que alguno de ellos acabó votando a Laporta. Más cornadas da el fútbol. En el bar de la esquina, la vieja estufa catalítica convoca de nuevo a su alrededor a los ateridos parroquianos. Se escuchan las risas cainitas de algunos seguidores colchoneros y alguien pide una botella de cava, aunque el día esté pidiendo a gritos el revulsivo de un solysombra reconfortante. Sol y sombra de brandy Soberano y anís del Mono, cóctel racial y neanderthal. El simio de la etiqueta del anisado tiene la cara de Darwin como un diablo en la botella, dicen que fue la broma de un destilador contrario a las teorías de la evolución. Nuestro héroe también tiene ganas de irse por las ramas y olvidarse del calendario infausto. El subconsciente colabora en su empeño, sin darse cuenta está hojeando el diario del domingo. Nada más viejo que un periódico de ayer o anteayer. El domingo 28 la portada de EL PAÍS anticipaba el cambio de rumbo del electorado catalán pero no aventuraba el resultado del Camp Nou, camposanto que enterró las grandes esperanzas blancas. Las revelaciones de Wikileaks esperaban en el limbo de las redacciones de los periódicos su lunes negro, de la noche a la mañana, diplomáticos, políticos y jueces serían expuestos en la picota mediática y global.

Nuestro héroe fuma uno de sus últimos cigarrillos entre las brumas del bar con aroma de churros y nicotina y contempla las tinieblas exteriores que acogerán su llanto y su crujir de dientes cuando entre en vigor la vigorosa ley antitabaco. No llora, es que el humo ciega sus ojos pero no tapona sus oídos, sigue con el periódico del domingo, las noticias locales parecen revelaciones de Frikileaks. En Madrid ha desaparecido una oficina de mediación municipal, un organismo virtual que solo existe en una web del Ayuntamiento, en un juego de rol, en una realidad paralela, en una nueva dimensión sin inaugurar. Nuestro héroe echa de menos su Frikileaks casera, a la medida escasa y cutre de la madrileñidad municipal y autonómica, con revelaciones sobre los microespías pluriempleados de la Comunidad, sobre los Gamones y sus contradicciones, conspiraciones pedestres y traumáticas tramas. Necesita algo que le alegre el día, pero hoy no va a ser; abona su cuenta, paga una ronda, deja propina y abandona el hospitalario recinto con la cabeza alta y el corazón partío. Una voz anónima le despide con un sarcástico ¡Hala Madrid! Está nevando, caspa de los cielos inclementes.

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