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Un ordenador como ventana al mundo

Una aseguradora y una ONG enseñan informática a mujeres extranjeras para buscar trabajo y comunicarse

Pablo de Llano Neira

Fatma nació hace 58 años en un pueblo cerca de Nador, en Marruecos. Es morena y bajita. En la habitación hace un poco de frío y no se desabriga. Es sábado, tiene los labios pintados y está delante de una computadora: "Qué bonito es abrir un ordenador".

Lo que para muchos puede ser un objeto cotidiano -para algunos una extensión de su cuerpo y de su mente- es para Fatma una ventana ignota. Teclea con prudencia, mira la pantalla con respeto. El periodista se acerca y lo atiende: "Estoy flotando", dice. "Mi hijo tiene uno, pero nunca me llamó la atención tocarlo". Fatma, una inmigrante que empezó a trabajar a los seis años y aprendió a leer y escribir modestamente a los 40, acudió ayer a la última lección de informática que un grupo de empleados voluntarios de Mutua Madrileña, una aseguradora, ha dado desde octubre a 15 mujeres extranjeras.

"Más que aprender informática, aprenden a manejar un ordenador", matiza Conchita Navarro, coordinadora de responsabilidad social corporativa de la compañía de seguros. Esto que las empresas llaman RSC, para economizar el lenguaje, consiste en invertir dinero u otros recursos en favor de la sociedad.

La Mutua dio en este caso el tiempo voluntario de sus trabajadores: tres horas a la semana para enseñar a usar un ordenador a señoras pretecnológicas, con la idea básica de que usen Internet para buscar trabajo y para comunicarse con su gente sin tener que pagar llamadas de teléfono internacionales.

"¡Mire! Este es el río Aguarico, cerca de mi casa de Lago Agrio. Hay días que se puede cruzar, pero otros está muy correntoso". Habla Teresa Moreno, de 50 años, mientras mira, con las pupilas de fiesta, una página web de su país. Está satisfecha con el curso, porque ahora podrá "navegar". Una sobrina le ha abierto desde Ecuador un perfil en la red social Facebook y en el curso le han enseñado a utilizarla.

Teresa dice que le servirá para hablar con su "madrecita" y con sus hijos; se supone que allá en Ecuador también tendrá que haber alguien que le eche una mano a la señora para responderle un mensaje a través de Facebook.

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El programa, llamado Mujeres con derechos, mujeres que crean, tuvo dos talleres más, uno jurídico y otro psicológico, dirigidos por trabajadores de la ONG Pueblos Unidos en un local del barrio de La Ventilla (Tetuán). Con estos dos apoyos trataron de enseñar a las alumnas cuáles son sus derechos y reforzarles la autoestima, que en el caso de las mujeres que tienen que ganarse la vida fuera de su país "roza el subsuelo", según Esther Pombo, encargada de relaciones institucionales de la asociación.

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