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TORMENTAS PERFECTAS | OPINIÓN
Columna
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Si la moneda europea cae

Lluís Bassets

"Si el euro cae no es tan solo la moneda lo que cae sino mucho más. Es Europa la que cae y con ella la idea de la Unión Europea". Lo dijo Angela Merkel, en Aquisgrán, en un solemne discurso con motivo de la entrega del Premio Carlomagno al primer ministro de Polonia, Donald Tusk. Hay pocos lugares y momentos más acordes para expresar tan graves pensamientos. Aquisgrán es el corazón renano de Europa, y el premio que lleva el nombre de Carlomagno se otorga a quienes han trabajado por la unidad de los europeos.

Merkel, ahora tan denostada, sobre todo fuera de Alemania, por su falta de simpatía con los países de la periferia europea, recibió el premio en 2008, y pronunció sus palabras sabiendo muy bien lo que se decía. La tempestad financiera había descargado hasta entonces sobre Grecia, pero en aquel momento tenía ya a la propia moneda única en su punto de mira. El día en que desgranó estas palabras tan solemnes, que luego otros han ido repitiendo como un eco, era el 11 de mayo, 48 horas después del fin de semana en el que la UE se jugó su destino, con dos decisiones estrechamente vinculadas: crear el fondo de estabilidad financiera de 750.000 millones de euros para responder a las amenazas de quiebra sobre Grecia y exigir de España una cura de caballo para atajar el déficit público.

La frase de Merkel tiene un fuerte sentido político. Si cae, caemos todos, no únicamente los países con las economías más deterioradas. No es un problema de las finanzas públicas y privadas de uno o de varios países periféricos. Los bancos franceses y alemanes se hallan perfectamente comprometidos en este embrollo, y sufrirían como los que más en caso de que se declarara insolvente un país con envergadura económica, como España o Italia.

Pero las frases de Merkel tienen una lógica trabucada. Si cae el euro, lo que peligra no es Europa, sino la Unión Europea; es decir, el conjunto de las instituciones que han dado pie y que rodean al euro, a la institución monetaria. Europa como idea, siguiendo el razonamiento de la canciller, es muy antigua y difícilmente desaparecerá, incluso en el caso en que todas sus actuales instituciones se vayan a pique.

¿A qué puede deberse este fallo silogístico? La explicación pertenece probablemente al orden de los sentimientos y expresa lo que está pasando por las cabezas de los europeos. Si cae el euro, la idea de Europa se aleja tanto que nos quedamos de nuevo con nuestras pertenencias nacionales. Ya no somos europeos, sino de nuevo alemanes, franceses o españoles. Europa regresa al ámbito mitológico de las quimeras.

Pero el fallo de Merkel, no únicamente lógico, es creer que la desaparición de la idea de Europa sería el efecto, cuando estamos viendo precisamente que es la causa. Si cae el euro es porque la idea de Europa se está desvaneciendo.

Ilustración de Matt
Ilustración de Matt

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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