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La crisis del Gobierno alavés

Mintegi insiste en la unidad 'abertzale' para "frenar a los partidos unionistas"

El diputado destituido se va "satisfecho", pero sin comentar la decisión de EA

El hasta ayer diputado alavés de Medio Ambiente, Mikel Mintegi, de Eusko Alkartasuna (EA), abandonó el Gobierno foral "satisfecho" por el trabajo realizado desde 2007, aunque rehusó aclarar si apoya la decisión de la dirección de su partido de enmendar el proyecto de norma tributaria, lo que ha motivado su salida y la de su compañera de Cultura, Lorena López de Lacalle. Durante una rueda de prensa en Vitoria previa al anuncio oficial de sus expulsiones, aunque con la plena certeza de que estas se iban a producir, Mintegi se limitó a ratificar su apuesta por el objetivo político de conformar gobiernos abertzales para frenar "a los unionistas", expresión con la que se refirió a los "partidos españolistas".

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Tras su último acto oficial como diputado -la presentación de un convenio sobre paisajismo con la UPV-, Mintegi hizo balance del tripartito nacionalista alavés de esta legislatura, una etapa que, en su opinión, "ha sido de campeonato". Empezó "con la ciclogénesis explosiva de la crisis económica, siguió con la salida de Aralar [hace un año] y luego se produjo la de Alfredo de Miguel", el ex diputado peneuvista imputado en marzo pasado por supuesta corrupción. Según defendió con ánimo conciliador, el Gabinete de Xabier Agirre ha sabido afrontar cada problema que ha surgido y EA ha gestionado sus dos carteras de forma "coherente".

Mintegi fue el único de los dos diputados expulsados que hizo declaraciones públicas. Mientras, el resto de formaciones alavesas echaron mano de la polémica como herramienta para desgastar al PNV. El secretario provincial del PSE, Txarli Prieto, consideró que la resolución del diputado general "pone de manifiesto la debilidad de los Ejecutivos nacionalistas y su inviabilidad". "Se abre una etapa de interinidad que empalma con un período en el que se van a celebrar elecciones. La incógnita ahora es saber cómo este fracaso afectará a la institución y la sociedad", analizó en un comunicado, antes de dibujar al PSE como garante de "responsabilidad y servicio político a la ciudadanía".

La posición del PP no se alejó en exceso de la de los socialistas, conscientes quizá del punto de inflexión que la crisis foral puede suponer ante las cada vez más cercanas elecciones de mayo. El secretario general de los populares en el territorio, Javier de Andrés, opinó que la salida de EA del Gabinete de Agirre es el resultado de "un Gobierno que no ha funcionado bien, en el que no ha habido liderazgo y que ha ido perdiendo apoyos". "Cada presupuesto le cuesta un socio al PNV", recordó durante una comparecencia de prensa, en referencia a que el año pasado fue Aralar el partido que rompió el tripartito. La lectura fue distinta, aunque tan crítica o más, desde las formaciones minoritarias, que sacaron la cara a EA en detrimento de un PNV al que acusaron de connivencia con los socialistas.

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La izquierda abertzale ilegalizada, representada en el Grupo Mixto de las Juntas Generales, criticó que con la expulsión de Mintegi y López de Lacalle, la formación peneuvista "reafirma su pacto con el PSE, dificultando una acumulación de fuerzas en defensa del derecho a decidir y en aras a la defensa de todos los derechos". Para los radicales, en el Gobierno foral "han primado los intereses del Estado español y es normal que los aliados del PNV se hayan ido distanciando" poco a poco hasta dejarlo solo.

EB calificó como "transitorio" al Ejecutivo actual. Su portavoz en las Juntas Generales, Nerea Gálvez, recurrió a otro comunicado para exigir a "nacionalistas y socialistas que se muestren como lo que realmente son, una coalición de Gobierno".

Ortuzar rebaja la "batalla dialéctica"

El presidente del PNV de Vizcaya, Andoni Ortuzar, rehusó ayer mantener el intercambio de insultos en el que su partido y los socialistas vascos han incurrido en los últimos días. "Estamos a lo que estamos: a combatir la crisis, a generar empleo y a trabajar en favor de la recuperación económica", aseguró ayer ante un grupo de alcaldes y cargos de su partido, durante una jornada de trabajo sobre los retos económicos en los municipios celebrada en Bilbao.

Ortuzar, que fue quien hace seis días avivó el cruce de descalificaciones tras llamar "Pinocho" al lehendakari, Patxi López, evitó ayer cualquier referencia expresa a la polémica, aunque lanzó un mensaje claro a los suyos. "No vamos a entrar en batallitas dialécticas", aseveró, quizá con intención de evitar actos como el del alcalde de Leioa, su correligionario Eneko Arruebarrena, quien el jueves, a través de su perfil en Twitter, se refirió al presidente vasco como "pelele". Después se disculpó.

Ese insulto colmó por completo la paciencia de los socialistas vascos, cuya ejecutiva reaccionó con una dura nota de prensa en la que instó al presidente nacionalista, Iñigo Urkullu, a que "haga callar" a los suyos. La respuesta de este, no menos contundente, se limitó a exigir a los socialistas el "debido" respeto institucional al PNV. Ayer, por si acaso, Ortuzar no quiso ahondar en el enfrentamiento y se lo dejó claro a sus bases.

Quien sí tomó posición, aunque sin caer en el juego de descalificaciones personales, fue la consejera de Medio Ambiente, Pilar Unzalu, quien definió la supuesta estrategia de insultos del PNV como "intentos vanos y burdos de minusvalorar" al Gobierno socialista.

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