Agirre fía al PSE el resto de su mandato

Con su equipo apoyándole en primera fila, un silencio sepulcral solo interrumpido por los flashes acompañó la entrada ayer en la sala de prensa de la Diputación de Álava de su responsable, Xabier Agirre, para certificar la defunción del "único gobierno abertzale de Euskadi". Dolido por lo que considera una traición de la ejecutiva de Eusko Alkartasuna (EA), motivada por su alianza estratégica con Batasuna, Agirre hizo pública la expulsión de los dos diputados forales que aquella formación tenía en el Ejecutivo foral: Mikel Mintegi, de Medio Ambiente, y Lorena López de Lacalle, de Cultura. Apenas ha transcurrido un año de la otra crisis de Gobierno que terminó con la salida de Aralar. La situación deja claramente el resto de la legislatura foral, a seis meses de las elecciones, en manos del líder del PSE alavés, Txarli Prieto, como único apoyo posible de Agirre. Prieto exhibía ayer a su partido como garante de "responsabilidad".

Pello Urizar: "No estamos aquí para ser las comparsas de nadie"

La jornada del final de la experiencia del tripartito nacionalista comenzó sobre las 9.45 con el sello de registro estampado en las enmiendas fiscales presentadas por los dos junteros de EA. Ello desencadenó el efecto dominó. "EA acaba de situar a sus dos diputados fuera del equipo de Gobierno" sentenció Agirre, quien agradeció la "lealtad" de ambos. Toda vez que Mintegi fue el rostro visible de la oposición a la macrocárcel de Zaballa, su salida facilita que los socialistas consigan que la Diputación desbloquee el proyecto, una de las exigencias de Prieto para apoyar los presupuestos forales de 2011.

El baile de sillas en el complejo rompecabezas alavés, el territorio menos nacionalista de la comunidad autónoma y donde el PNV es solo la tercera fuerza, ahonda en la debilidad del Ejecutivo foral a medio año de los comicios. Aunque la salida de EA tiene escasos efectos prácticos teniendo en cuenta que todos los presupuestos forales han salido adelante gracias a los socialistas y no hay ya margen legal para una moción de censura, Agirre no pudo negar la carga simbólica del fracaso de un tripartito abertzale que se ha ido diluyendo a lo largo de la legislatura. "Las cosas han salido como han salido, pero no me arrepiento de mis compañeros de viaje", señaló, exculpando de lo ocurrido a Mintegi y López de Lacalle.

Agirre atribuyó todo el guión a la ejecutiva de EA: "Les he preguntado si preferían dimitir a petición propia o que les cesara y me han dicho con honestidad que el partido les ha dicho que procediera a su cese". "A escasos meses de las elecciones, en su estrategia de alianza con la izquierda abertzale a EA le resulta incómodo compartir gobierno con el PNV", concluyó. Ello no impidió que eludiera aclarar hasta en tres ocasiones si su partido estaría dispuestos a tender otra vez la mano a su antigua escisión. "No lo sé", dijo.

Consciente del desgaste que la situación le supone, el PNV buscó hasta el último momento un acuerdo que impidiera la ruptura. En la noche del jueves, su presidente provincial, Iñaki Gerenabarrena, planteó al coordinador alavés de EA, Fernando Velasco, constituir una mesa de partidos en la que tratar la agenda fiscal, pero este último insistió en que el asunto debía tener visibilidad en las Juntas Generales.

"Lo que es estrategia electoral es que se expulse a un partido del Gobierno por realizar sus propias aportaciones fiscales, cuando este Ejecutivo ha realizado modificaciones en los últimos años con el plácet del PSE y sin consensuarlas con EA", respondió por la tarde el secretario general de esat formación, Pello Urizar. "El PNV no acepta debatir con su propio socio. No estamos aquí para ser las comparsas de nadie", advirtió.

Urizar reveló que ya en 2009, cuando Aralar salió del Gobierno, sopesaron hacer lo mismo, pero entonces el PP podía presentar una moción de censura para recuperar la Diputación. "Hoy eso no es posible", recordó.

De necesitar un pretexto para distanciarse, abundó Urizar, tenían uno perfecto en marzo pasado cuando saltó a la luz la supuesta corrupción del caso de Miguel. "Si necesitabamos una excusa, qué mejor momento que entonces", razonó.