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Columna
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Muertas 'matás'

Seis de la mañana de ayer. Sí, de ayer, no me equivoco. Aún encendía un duermevela el día como solo el otoño sabe hacerlo, entre oscuro y amarillo, cuando Carles Francino en la SER enumera la retahíla de malas noticias habituales. Nace el día y crece el capitalismo salvaje como si la sociedad hubiera sufrido un infarto de miocardio universal. Siempre es lo mismo: dinero para los bancos, bancos en venta para sacar dinero, rebaja del salario mínimo interprofesional, rebaja de las pensiones, despido de empleados públicos (los privados son un goteo permanente), subida del IVA y Alemania poniendo pasta a regañadientes, harta de abrir su paraguas día a día. Así van pasando los minutos, incluso alguna hora, en la reiteración de las malas noticias, solo rotas por la concesión del Premio Cervantes a Ana María Matute.

El día amarillea ya por la ventana cuando Carles Francino entrevista a Leire Pajín, a la que profesa una malsana admiración un alcalde castellano de cuyo nombre no quiero acordarme, y la ministra de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad me sobresalta con una afirmación que confunde mi realidad y mi duermevela. Dice Leire Pajín que va a promover, junto al Ministerio de Justicia, la retirada de la custodia de los hijos a los maltratadores, que al parecer la disfrutan independientemente de su culpa, y que también va a retirar la potestad que tienen para heredar los bienes de su pareja a la que han asesinado.

Con los ojos como ranas, los froto, cegado quizás por el amarillo del otoño, y miro a mi mujer: la veo igual, con su media melena con mechas y esa marquita en la nariz fruto del uso continuado de las gafas. Es ella la que está a mi lado en la cama luego, aunque sea jueves, esto no es Atapuerca. Resulta que en este país, en el presunto siglo XXI, el del capitalismo salvaje, el de los mercados y mercadeos, un asesino puede apoderarse de los bienes compartidos de su pareja asesinada y puede disfrutar de la custodia de los hijos a los que dejó sin madre.

Mientras el alba da paso al día y llueve y llueve y llueve, la noticia se va ampliando y escucho en el informativo del mediodía de la SER que una juez (lamento no haberme quedado con el nombre) dice que la propuesta de Leire Pajín, la admirada ministra de un indeseable alcalde castellano, no le parece oportuna porque los jueces deben juzgar caso a caso y no aplicar reglas universales establecidas. La teoría jurídica es impecable, pero no creo que la teoría jurídica aguante la prueba práctica de un maltratador condenado. Las noticias continúan, que si Merkel; que si González Pons, fiel a Aznar, sigue segando la hierba de España, pensando que siega la del PSOE. Y pienso que el día contra la violencia machista se conmemora en Atapuerca. Pero no. Miro a mi lado y seguimos en el siglo XXI, el del capitalismo salvaje, el de la indecencia. Volvemos a Atapuerca. Pongo un CD y suena El Barrio, con su tema Quién soy yo. "Soy la dura soledad", dice. Solas antes y después de la muerte. Muertas matás

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