¿Ser muy hombre?
Así que finalmente ser hombre era esto. Si nos dejan solos y somos sinceros y auténticos, como Dragó, el alcalde de Valladolid y Sostres, y nos dejamos, por fin, de estupideces tales como Ministerios de Igualdad y Educaciones para la Ciudadanía, esto es lo que los hombres que nos vestimos por los pies y nos acomodamos los huevos con un preciso movimiento de mano queremos de las mujeres: chochitos, morritos y lionesas de crema, eso sí, frescos, tensos, rosados y jóvenes, muy jóvenes, que para viejas ya están nuestras santas esposas, madres y presidentas de comunidad autónoma. Y no solo esa es la verdad, es que además mira cómo nos defienden los políticos y los medios de la santa alianza liberal: esta es la más genuina expresión de libertad e individualidad.
Qué vergüenza que esas expresiones de lo más cutre y reprimido que se escuchan en el bar de la esquina, en el vestuario de hombres o en el internado pasen a ser públicamente toleradas y defendidas por personas de las que esperamos, al menos, un mínimo de conciencia.
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