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ELECCIONES CATALANAS | Faltan 12 días
Columna
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País de izquierdas con Gobierno de derechas

Enric Company

Lo que se dilucida en estas elecciones es el mantenimiento o no de la mayoría de izquierdas existente en el Parlamento catalán desde 2003. Es la mayoría que se prefiguró en 1999, cuando la candidatura encabezada por Pasqual Maragall obtuvo más votos pero menos escaños que CiU y la Cámara catalana se formó con 68 diputados del bloque de centroderecha y 67 del bloque de las izquierdas. Luego, los siete años de gobiernos de izquierdas inaugurados en 2003 con Pasqual Maragall y José Montilla como presidentes han desgastado la coalición formada por el PSC, ERC e ICV-EUiA hasta el extremo que ahora todos sus integrantes la consideran irrepetible en las mismas condiciones.

Pero el cuerpo electoral catalán sigue inclinado establemente hacia la izquierda, como puede verse una vez más en el barómetro de otoño del Centro de Estudios de Opinión (CEO). Este sondeo y otros indican también, sin embargo, que la mayoría electoral cuajada en el Parlament en 2003 y 2007 se halla en fase de dispersión de una forma que beneficia a las derechas.

Zapatero quiere alejar a los socialistas del independentismo catalán y a CiU del bloque de las derechas hispanas

La escisión del ala derecha de ERC encabezada por Joan Carretero, primero, y la del ala radical del mismo partido, después, debilita a uno de los tres componentes de la mayoría parlamentaria y, de rebote, a toda la izquierda. Pero no solo ERC se halla en horas bajas. La responsabilidad de gestionar la crisis a escala española y catalana castiga a los socialistas. Y la tercera pata, la izquierda ecologista, está lejos de poder compensar estos desgastes. Como conjunto, además, la izquierda catalana acusa hoy la ausencia de un liderazgo carismático susceptible de explicar sus proyectos de forma atractiva. No hay un Maragall bis.

Uno de los resultados de la dispersión del voto independentista podría ser la aparición de un nuevo partido en esta parte del arco parlamentario, lo que añadiría complejidad a la Cámara catalana. El ex presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, concurre a estas elecciones como eje de una amalgama compuesta por restos de mil batallas políticas en la que la apelación a la independencia va acompañada de una confusión ideológica de la que nada puede esperar la izquierda.

También por el ala derecha cabe la posibilidad de que entren en el Parlament otras fuerzas, además de CiU y PP. La fuerte deriva demagógica adoptada por el PP en Cataluña en los últimos meses, agitando fantasmas caros al extremismo derechista español como la supuesta persecución de la lengua castellana en Cataluña, la ruptura de la unidad de España y el miedo a la inmigración persiguen cortar el paso a los nuevos partidos creados en función de estos argumentos, Ciutadans, UPyD y Plataforma per Catalunya.

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El primer beneficiario de la dispersión o hundimiento de la mayoría de izquierdas sería CiU, que repetiría la condición de primera fuerza que nunca ha perdido, a pesar de sus siete años en el túnel de la oposición. Sin mayoría de izquierdas habría, claro está, un gobierno de derechas en el que la primera opción sería para la federación nacionalista encabezada por Artur Mas. Lo que está por ver es si se volvería a la situación ya vivida por CiU entre 1980 y 2003 con Jordi Pujol como presidente, en la que se intercambiaban apoyos mutuos en el Parlament y en las Cortes entre CiU y el partido del Gobierno en España.

Una de las incógnitas por despejar es, sin embargo, qué partido o partidos quedan desde el día 28 en situación de completar la mayoría en el Parlament si CiU no alcanza los 68 escaños; quién ejerce, en este caso, la función de bisagra. Si CiU lo hiciera con el PP, sería una mayoría de centroderecha. Si lo hiciera con ERC, una mayoría de centroizquierda soberanista. Si lo hiciera con el PSC, sería un centroizquierda de otro tipo, la sociovergencia.

Si este escenario no se verifica, y la mayoría de izquierdas se mantiene en Cataluña, se abriría una negociación en la que lo más probable es que esta vez los intereses de Rodríguez Zapatero no quedaran al margen, como sucedió en 2003. Y entre los intereses de Zapatero está alejar al socialismo del independentismo catalán y apartar a CiU del bloque de las derechas hispanas.

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