"Para acabar con algunas cosas hay que hablar claro"
Preciado, técnico del Sporting, se reafirma en sus declaraciones sobre Mourinho, que vio el partido en el palco y sufrió la ira de la grada
Probablemente, como hace 31 años, Gijón haya empezado a marcar tendencia en la relación del Madrid con el fútbol español. En 1979, en las gradas del viejo Molinón, nació el Así, así, así gana el Madrid a cuenta de la expulsión de Ferrero por un rifirrafe con el madridista San José. Este fin de semana, bajo el liderazgo de Manuel Preciado, el sportinguismo explotó un nuevo plan de ataque resumido en el lema Mourinho, canalla.
Contra la ira, policía. Desde el mismo momento en que la expedición madridista aterrizó en Asturias el sábado, un disuasorio operativo de seguridad evitó cualquier tentación de que la gente pasara de las palabras a los hechos. Además, en el aeropuerto se concentró un millar de seguidores madridistas, mayoría frente a los que querían guerra: Calla, canalla fue lo peor que tuvo que leer Mourinho en una pancarta exhibida por dos hinchas del Sporting.
Mourinho, al que casi nadie vio, fue un fantasma que sobrevoló el partido
"Hemos ido al límite, pero de ahí a la violencia hay mucho", dijo el técnico local
Ayer, ya en la boca del lobo, no hubo tregua para el entrenador portugués. La remodelación de El Molinón, que incluye un aparcamiento en las entrañas del campo, limitó la carga previa a unos cientos de aficionados que descorcharon toda su rabia a la llegada del autobús. De poco sirvió que el vehículo accediese al garaje metiéndose por una calle por dirección prohibida. Los agentes del orden tuvieron que emplearse a tope para despejar el camino. A partir de ese momento, Mourinho fue un fantasma que sobrevoló por el partido, pero al que nadie pudo ver, salvo que dispusiera de un monitor de televisión. A los seguidores radicales del Sporting les dio igual. Se pasaron la tarde enviándole mensajes, a veces con carga humorística ("ven con nosotros, Mourinho; ven con nosotros"), siguiendo la recomendación de Preciado, y la mayoría con esos lemas de trazo grueso que abundan en todos los campos.
Preciado, que llamó "canalla" a Mourinho por entender que el luso le había acusado de regalar el partido del Camp Nou al Barcelona, se reafirmó después en su idea de que su homólogo es un irrespetuoso cuyas intromisiones en el trabajo de los colegas deben ser frenadas. "Como soy muy bruto", dijo con esa voz aguardentosa que recuerda a la de Malamadre, el recluso que interpreta Luis Tosar en Celda 211, "pude equivocarme en las formas al decir alguna cosa. Quizá me debí de morder la lengua, decirlo más suavemente, pero en el fondo estoy superorgulloso de lo que transmití. La única forma de acabar con algunas cosas es decirlas fuerte y claro. No me arrepiento para nada".
Le preguntaron si no creía que incitaba a la violencia y fue rotundo: "Tengo 55 años y jamás he provocado violencia. Voy a confesarlo: no me he pegado nunca con nadie, no he hecho ni el ademán. Soy un deportista de pleno derecho, una persona que dice las cosas cuando algo le molesta. Hemos jugado al límite. Ha sido un partido bravo, duro, pero de ahí a inyectar violencia en el ambiente hay mucha distancia".
"No he intentado hablar con ellos", dijo Preciado, cuando le preguntaron si había saludado a su homólogo, a Karanka o a su jefe; "he venido a trabajar y contrarrestar a un rival grandísimo. Lo hemos conseguido en buena parte del partido. Han sufrido un buen rato. Pero no es fácil meter mano a un equipo de este pelo. Ellos tienen una manera muy peculiar de jugar Muy suya. Son futbolistas que, si les dejas espacios, te aniquilan. Así que nosotros hemos estado muy juntos y les hemos atacado. Hemos planteado el partido como debíamos. Difícilmente podía pedir a mi equipo más de lo que ha dado".
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