Alonso da un paso de gigante

La ansiedad invadía el taller de Ferrari cuando Fernando Alonso salió con los neumáticos blandos para afrontar su último intento en la sesión de clasificación para el Gran Premio de Abu Dabi de fórmula 1. La segunda tanda había dejado mal regusto porque puso al descubierto que Ferrari iba claramente por detrás de Red Bull y que incluso McLaren podía entrometerse en su batalla por el título. En su primer intento en la Q-3, el tráfico había dejado a Alonso en la quinta posición. Silencio mientras se cambiaban las ruedas, presión. Y entonces surgió la voz de un hombre que parecía tranquilo. Andrea Stella, su ingeniero de pista, comentó: "Le veo muy bien, muy bien". Fue suficiente para romper la tensión.

"Es una inmejorable posición para afrontar la lucha", resalta Alonso

Alonso echó a rodar sabiendo que en aquella vuelta podía jugarse el título mundial. En la de calentamiento se encontró con mucho tráfico y pensó que todo podía complicarse. Vio cómo Massa frenaba a Rosberg y le abría la puerta por la derecha para que le adelantara y atravesó la línea blanca que daba inicio a su último intento cuando solo faltaban 10 segundos para el final. Mantuvo un buen ritmo en el primer sector, pero en el segundo y el tercero, ya con los neumáticos calientes, sacó a relucir su corazón de león -así le definió Bernie Ecclestone- y demostró por qué ha ganado ya dos títulos mundiales y tiene en el punto de mira el tercero.

En ninguno de sus intentos anteriores había bajado de 1m 40s. Pero, cuando más lo necesitaba, cuando el momento era ya desesperado, lo logró: 1m 39,7s. Tercero en la parrilla.

Fue una de esas escenas mágicas difíciles de olvidar, propias de los grandes campeones. No consiguió la pole, pero a nadie del equipo le importó. Daba lo mismo que el más rápido hubiera sido Sebastian Vettel, que se anotó la décima de la temporada y la 15ª de Red Bull, igualando el récord de McLaren (1989) y Williams (1993). Ni siquiera preocupaba que Lewis Hamilton colocara su McLaren en la segunda posición.

Lo primero que preguntó el español fue dónde estaba Mark Webber. El australiano es su gran rival. Cuando supo que partiría hoy, el último día del Mundial, desde la quinta plaza, respiró tranquilo. Más de la mitad del título estaba ya en su bolsillo. "Será difícil porque durante la carrera debemos hacerlo todo de modo tan perfecto como hoy: salir bien, cuadrar la parada en el taller, acertar en la estrategia... Pero tenemos una inmejorable posición para afrontar la lucha por el título", destacó el asturiano.

Acabando tercero e incluso cuarto, con Webber detrás, Alonso se proclamaría campeón. Sus posibilidades de alcanzar el objetivo son enormes. "Si esto fuera una partida de póquer, Fernando tendría ya dos ases en la mano", comentó Massa, su compañero en Ferrari.

Pero ni Alonso ni nadie de su equipo quiere caer en la euforia. Quedan dos horas de carrera en las que pueden ocurrir muchas cosas. Una salida peligrosa, en la que Alonso permanecerá a la expectativa en los 20 primeros metros, sin correr riesgos innecesarios. "Luego, ya veremos si nos conviene atacar", comentó. Y está el peligro de saber que Webber, justo detrás de él en la parrilla, necesita atacarle y arriesgarse. Pueden ocurrir incidencias mecánicas y choques fortuitos. Pero, si nada de todo eso sucede, parece muy difícil que a Alonso se le escape el título mundial. Su tercera corona. Nadie en la parrilla es más competitivo que él.