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Columna
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Día de la Memoria

Para los familiares y amigos de las víctimas, todos y cada uno de los días son Días de la Memoria; es justo, pues, que para los demás lo sea al menos un día al año. Hoy, diez de noviembre, se celebra la primera de esas jornadas anuales que va a rememorar a todas las víctimas del terrorismo (de ETA, del GAL y de los grupos de extrema derecha). La iniciativa ha sido consensuada entre las principales instituciones vascas y cuenta con el apoyo de todos los partidos, excepto EA y Aralar. Éstos, para sorpresa de casi nadie, se han autoexcluido porque el texto acordado no hace referencia a las "víctimas de las fuerzas policiales". Podían haber optado por un voto afirmativo pero crítico, como Ezker Batua, pero no, no consideran que las víctimas del terrorismo merezcan un reconocimiento explícito...

Verán, en el año 403 a.C. ocurrió un hecho insólito: los dirigentes de Atenas hicieron jurar a los ciudadanos que "no recordarían los males del pasado", es decir, que nadie recordaría a los muertos ni las violencias de la guerra civil que acababan de sufrir. Decretaron el olvido porque pensaron que ésa era la única forma de reconciliarse y formar una nación unida. Lo relata Nicole Loraux en una interesante monografía (La ciudad dividida), mientras discute si ésa es, verdaderamente, la única forma. Y es que, ¿cuál sería el buen uso de la memoria? Es obvio que una sociedad que estuviera rememorando constantemente las afrentas del pasado y avivando las rencillas entre grupos sería poco habitable. Pero, de igual forma, ¿cómo podría avanzar una sociedad que no hiciera un ejercicio periódico de reflexión y memoria, justicia y reconocimiento del daño causado?

En el texto que hoy se leerá en el Parlamento, los ayuntamientos y otras instituciones, se afirma que la memoria de quienes han sufrido la violencia terrorista "contribuirá a construir un relato compartido y genuino de lo ocurrido, a través de la mirada de la víctima, en el que la violencia y sus justificaciones queden definitivamente desterradas y sus víctimas reconocidas para siempre en un nuevo tiempo de concordia cívica". Es decir, al contrario que aquellos lejanos atenienses, nosotros no pensamos que pueda construirse una sociedad justa si no se parte de la reflexión de las causas, las justificaciones y las coartadas que han encendido, mantenido o excusado esa violencia.

De modo que no se trata sólo de la memoria del pasado, sino del relato del presente, del relato del porvenir: lo que una gran parte de la sociedad vasca está afirmando en un día como hoy es que espera haber entendido la lección; que espera no volver a ser ciega, sorda y muda frente al sufrimiento de las víctimas; que espera no amparar -siquiera con su pasividad- disculpas ideológicas de la violencia terrorista. La noche ha sido larguísima, y aun continúa. Pero, poco a poco, el día clarea...

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