El mar arrastra 200 metros de dique en el puerto exterior de A Coruña
El temporal mueve bloques de 150 toneladas en el futuro muelle de petroleros
Se llama Becky y pegó muy duro en todo el litoral atlántico y cantábrico de Galicia. El temporal que comenzó en la noche del lunes alcanzó su máxima virulencia ayer de madrugada, con la pleamar de las seis y olas de hasta 12 metros en algunos puntos. Dejó un muerto en Burela (Lugo) y un desaparecido en la laguna de Baldaio, en Carballo (A Coruña), así como innumerables destrozos en toda la franja costera de ambas provincias. Volaron balaustradas y bancos de piedra, como ocurrió en la playa de Riazor de A Coruña, se derrumbaron muelles en A Costa da Morte y hasta se llevó unos 200 metros del dique de abrigo del puerto exterior coruñés en construcción en Punta Langosteira.
Los daños en el muelle destinado a albergar petroleros y otros tráficos marítimos de mercancías peligrosas no se evaluarán hasta pasados unos días, cuando mejoren las condiciones y sea posible el acceso a la obra. Pero por primera vez desde el inicio en 2005 de la construcción de esta compleja infraestructura, en una zona muy expuesta a los temporales y con un oleaje habitualmente fuerte, el mar movió algunos de los inmensos bloques de 150 toneladas que conforman el dique de abrigo.
Las enormes olas engulleron el museo de Man, en Camelle
Un tramo de 200 metros, en los puntos kilométricos 2,8 y 3 de un dique del puerto exterior coruñés, casi finalizado, que medirá un total de 3,38 kilómetros de largo, sufrió daños, según calculó el presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Losada, en una visita relámpago ayer por la tarde, acompañado de técnicos de las obras. Se trata de una parte del dique, apuntó Losada, que aún no está "completamente construida ni con protecciones definitivas". De hecho, en el tramo dañado, ante el aviso de temporal, se habían colocado dos capas de bloques
de forma preventiva. Pero el mar las movió.
Las olas inmensas de la pasada madrugada rebasaron la escollera destinada a abrigar el futuro puerto. No obstante, según la Autoridad Portuaria, la estructura "soportó los embates del mar, sin que aparentemente haya sufrido daños" en su parte principal, la que está ya totalmente finalizada. Losada espera que la ejecución de la obra, que deberá estar terminada en septiembre de 2011 para cumplir con los plazos impuestos por Bruselas, no sufra retrasos.
Pequeños muelles de todo el litoral coruñés y lucense, donde la flota permaneció amarrada el lunes y ayer, también cambiaron de fisonomía. El mar tiró parte del espigón de Cariño y unos 15 metros del muelle de Caión, en A Costa da Morte, una de las más afectadas. Anoche seguía sin encontrarse rastro del vecino de Culleredo de unos 70 años que había salido a pescar con caña en la noche del lunes con un compañero hasta la laguna de Baldaio, en Carballo. Hizo caso omiso de la alerta de temporal.
En la costa de Lugo, en el puerto de Burela, donde hubo vientos de 82 kilómetros por hora y olas de 11 metros, el temporal se cobró la vida de un marinero jubilado cuando intentaba proteger su pequeño bote. José Ramiro Fernández Fernández, de 74 años, todavía mataba el gusanillo de la pesca con una pequeña embarcación a la que no dudó en subirse y remar para dejarla más abrigada, pero por causas aún desconocidas, el hombre se cayó al mar.
La violencia del temporal no perdonó ningún rincón del litoral coruñés. En Camelle, en Camariñas, el océano engulló el Museo de Man. Sólo queda la casa del famoso eremita alemán que murió de pena tras la catástrofe del Prestige. En Oleiros, donde las olas superaron los acantilados de Seixo Blanco, quedó totalmente destruido el paseo marítimo de madera de Bastiagueiro.
En el corazón de A Coruña, olas inmensas en la pleamar de la madrugada destruyeron 150 metros de la balaustrada de piedra del paseo marítimo, en la zona de Riazor. Allí volaron hasta bancos de piedra, además de farolas y otro mobiliario urbano arrancado de cuajo por la fuerza del mar, que llegó hasta los portales del otro lado de la calzada. También hubo destrozos en la zona de San Roque, en los bajos del obelisco Millenium y en el tramo opuesto del paseo marítimo, hacia la Torre de Hércules, donde cayeron 20 metros de barandilla.
Los daños importantes ocurrieron en una zona de Riazor rellenada y ampliada este verano con toneladas de arena para alejar el mar del paseo y evitar estos episodios frecuentes. Ayer el mar tiró el doble de metros de la pesada balaustrada de piedra que los que se llevó en marzo de 2008 en el mismo lugar. "Los rellenos no tuvieron nada que ver", opinó el alcalde, Javier Losada. No obstante, admitió la necesidad de plantearse el cambio de esa balaustrada "por una con más luz y un diseño más adecuado". "Da la sensación que hace un efecto pantalla y que con algo más liviano, habría arena en la calzada pero sin tantos daños", dijo. El delegado del Gobierno, Antón Louro, también defendió las obras de ampliación de los arenales, en los que el Ministerio de Medio Ambiente se gastó 8,3 millones.
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