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Reportaje:

Un premio para 298.000 árboles

Madrid recibe el galardón Green Good Design por tener un diseño sostenible y numerosas zonas verdes

Patricia Gosálvez

¿Qué tienen en común una farola activada por la brisa, una línea de ropa interior orgánica y la ciudad de Madrid? Todas han ganado este año un premio Green Good Design, que se podría traducir como Buen Diseño Verde. Este prestigioso galardón, creado en 1950 por los arquitectos Eero Saarinen y Charles y Ray Eames (otorgado por el Ateneo de Chicago y el Centro Europeo de Arquitectura, diseño y estudios urbanos) ha recaído a lo largo de su historia en objetos tan dispares como un clip de papel y un cohete de la NASA. Desde 2008 cuenta con una subcategoría "verde" y Madrid es la primera ciudad que recibe la distinción (el año pasado se premió a Suecia como país).

"Madrid es un secreto... es una delicia pasear por sus bulevares y sus parques, ¡puedes respirar como en un día de campo!". A Christian K. Narkiewicz, presidente del Ateneo de Chicago, no parece importarle el incesante tráfico de la Plaza de Colón. Sobre el ruido de los coches defiende que la ciudad "está pensada paisajísticamente". "Los madrileños lo dais por sentado, pero hay infinidad de ciudades que no tienen ni un solo árbol, en cambio el alma de Madrid son sus jardines". "A Madrid parece que le han hecho la manicura... ¡Hasta pasan la aspiradora!", continúa entusiasmado. "Es un modelo para las ciudades del futuro".

"Parece que a la ciudad le han hecho la manicura", dice un comisario
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"La sostenibilidad puede ser divertida"

"Una ciudad verde hace más felices a sus habitantes, pero es un proceso difícil y lento y requiere muchas obras", admite más moderado Ioannis Karalias, director del Centro europeo de arquitectura. "Madrid no es París, no es una ciudad acabada", dice, "pero ese es un problema interesante porque le da plasticidad y te hace sentir más libre". "Nuestro premio pretende ser un espaldarazo al buen trabajo que se está haciendo", coinciden ambos arquitectos que quedaron tan "encandilados" con la ciudad que decidieron celebrar aquí la semana pasada su entrega de premios (junto con el Colegio de Arquitectos).

El jurado del Green Good Design -formado por arquitectos internacionales y jefes de los departamentos de diseño de empresas como BMW o Siemens- destaca en su veredicto que Madrid es la segunda ciudad del mundo después de Tokio en alineaciones de árboles (298.000). "Sus zonas verdes crecen por encima del promedio europeo y desde 1997 han aumentado un 16%", explica el informe que subraya que el 8,2% de la ciudad son zonas verdes. Es decir, que cada habitante toca a 16 metros cuadrados de vegetación, "excediendo los 10 metros cuadrados recomendados por la Organización mundial de la salud".

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En cuanto a lugares concretos los arquitectos internacionales señalan jardines históricos como El Retiro y el Jardín Botánico y las nuevas actuaciones sobre la M-30, el consecuente proyecto Madrid Río o iniciativas como el Ecobulevar de Vallecas.

"Muchas ciudades se están muriendo ecológicamente porque no se toman las decisiones políticas adecuadas", dice Karalias. Medidas que deben apoyar las energías limpias, la puesta al día de la eficiencia de edificios antiguos y la peatonalización, aunque solo en los casos que "no mate la vida socioeconómica del barrio".

Durante su estancia en Madrid el Ateneo de Chicago también presentó sus galardones 40 under 40, que premian a 40 arquitectos de menos de 40 años (entre los que había cuatro españoles) y sus premios de arquitectura internacional. Entre el centenar de obras hay dos en Madrid, ambas muy verdes. La Casa Bambú de Carabanchel, un proyecto para la EMV del estudio Foreign Office Architects (Alejandro Zaera y Farshid Moussavi) que cuenta con placas solares una piel natural y jardines verticales en su garaje y el proyecto para reformar el edificio de la Mutua en Castellana 36 del estudio IAD que prevé una fachada activa de gestión solar con la que se consigue la energía necesaria para iluminar todos los espacios comunes de sus 12.000 metros cuadrados. "En Madrid la regulación sobre sostenibilidad es muy estricta", explica Jerome Michelangeli, de IAD. "Por ejemplo, siempre tienes que respetar los árboles de los que hay una base de datos". Su premio no tiene una remuneración económica "pero da prestigio y confianza". "No queremos dar dinero a arquitectos millonarios, los foster, rogers y hadid del mundo ya tienen bastante visibilidad", dice el presidente del Ateneo. "Promocionamos ideas y valores no marcas".

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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