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Reportaje:

Dobles identidades y vecinos 'fantasmas'

Los casos de picaresca resultan tan diversos como sus protagonistas

La picaresca a la hora de sacar una paga extra fraudulenta a las instituciones resulta muy diversa. En Bilbao se han descubierto en el último semestre, por ejemplo, dos casos de personas con dos documentos de identificación distintos. Un hombre cobraba dos rentas de garantía de ingresos porque contaba con dos pasaportes con identidades diferentes, lo que le había permitido empadronarse con distinto nombre en otros tantos domicilios de la capital vizcaína. Además, se había preocupado de tramitar ambas ayudas desde distintos servicios sociales.

Una mujer también percibió dos prestaciones diferentes porque tenía dos DNI. Para el cobro de una figuraba como titular, pero también era beneficiaria de la Renta de Garantía que percibía su cónyuge.

Que entre los ingresos reales y los acreditados medie un abismo también resulta frecuente. Es el caso de un matrimonio bilbaíno con cuatro hijos que percibía la renta por seis miembros aunque solo convivían cuatro personas. Declaraban unos ingresos de apenas 120 euros mensuales, pero poseían dos vehículos de alta gama. Ambos tenían trabajo.

También hay quienes dicen residir en una ciudad que apenas han pisado. Es el caso de un pareja con tres hijos empadronados en la capital vizcaína que, en realidad, residen en Burgos. Cobraban la Renta de Garantía desde 2004 y asistencia sanitaria en Bilbao. Otra familia de cuatro miembros decía convivir con otras dos de su mismo país de origen. Cobraban la renta desde 2005, pero en realidad viven en su tierra, donde trabajan y tienen a sus hijos escolarizados. Otra pareja con dos hijas se encontraba empadronada en tres domicilios.

Los fraudes no hacen distinciones entre clases o nacionalidades. Prueba de ello es el caso de una mujer, perceptora de la Renta de Garantía que no declaraba a los servicios sociales que estaba trabajando en una residencia de la tercera edad y convivía con un funcionario del Gobierno vasco.

Un matrimonio inmigrante con tres hijos cobraba ayudas desde 2002. Sin embargo, el marido trabajaba en la economía sumergida y la mujer regentaba un negocio. Tienen dos coches y sus hijos estudian en un colegio privado.

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Un caso rocambolesco es el de una familia con puesto en un mercadillo que vivía en un piso municipal y recibía la Renta de Garantía desde 1996 y, cada dos años además, ayudas de emergencia. El titular de las prestaciones repartía mercancías con un vehículo puesto a nombre de su hija de seis años.

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