Al filo de la desmesura

Estaría feo dar nombres, pero no a todos los músicos profesionales les apasiona la música. El coruñés Xoel López constituye el mejor contraejemplo, la encarnación de la más irrenunciable militancia melómana. Y solo desde el indisimulado entusiasmo por su trabajo, la resistencia tenaz a una vida previsible y, claro, el complejo factor de las relaciones interpersonales se explica que López diera súbito portazo a su etapa como Deluxe para embarcarse en dos años nómadas de aventura por Buenos Aires, Nueva York y media América Latina. Todo un reto.

El resultado es una inmensa agenda de nuevos amigos y un talento que, si ya era grande, ahora se enriquece con sabrosos aromas folclóricos. Pero en esa voracidad gozosa del perfecto curioso no todo son ventajas. Xoel se ha inventado una Caravana Americana con la que, de tantos aprendizajes como pretende certificar, se sitúa al filo de la desmesura.

Hasta 15 músicos desfilaron en un menú de 38 temas y tres horas largas

Hasta 15 músicos de su padre y de su madre desfilaron anoche por las instalaciones del Circo Price en un menú de 38 temas y tres horas largas (empezaron a las 20.30, con el teatro casi vacío, "para que dé tiempo") que resultó incontinente, caótico. Deslabazado hasta el agotamiento, porque aportaba ingredientes espléndidos pero ni asomo de continuidad.

Hay que alabar la valentía, la mente abierta y el talante generoso de este músico que fue pieza clave de la escena indie, pero en esta ocasión no queda más remedio que desbrozar. Maravilloso uno de los temas nuevos de Xoel junto al gaitero Budiño, La sirena y el marinero, a un paso de aquel viejo Skating away de la banda de rock británica Jethro Tull. Excelentes el venezolano Ulises Hadjís y los argentinos Pablo Dacal y Lisandro Aristimuño, este de sensibilidad estremecedora. E inquietante la sensación de que al gran Xoel se le fue la mano.