La venda y la herida
Dirigentes del ala más dura del PP y sus terminales mediáticas se ponen la venda antes que la herida. Han lanzado sospechas de que existe una negociación entre el Gobierno y ETA a la vista de la presión de la izquierda abertzale sobre la banda para que declare el fin de la violencia y ante las expectativas de que esa declaración pueda producirse.
Pero hoy no es como en 2006. Esta vez no hay ninguna negociación previa entre el Gobierno y ETA para lograr el cese de la violencia. La firmeza del Gobierno y de los partidos democráticos, incluidos el PNV y el PP, ha forzado a la izquierda radical a presionar a ETA para que acabe sin poner condiciones. Es verdad que la izquierda abertzale quiere salvar su movimiento político y se ha convencido de que ETA es un obstáculo. Y que le gustaría presentarse a las próximas elecciones. Pero sabe, también, que es prácticamente imposible que lo logre si antes ETA no se compromete a cesar definitivamente la violencia. Tanto, que no tiene previsto presentar estatutos hasta que esa declaración de la banda se formule, según confirmó ayer a EL PAÍS un portavoz de la formación ilegal.
Entonces, si el Gobierno y los partidos mantienen su presión sobre la izquierda abertzale y esta sobre ETA, ¿a qué viene tanto revuelo? ¿No será por el sectario temor de algunos a que ETA pueda acabar esta legislatura?
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