Pancho, amigo y empresario
En España, tradicionalmente, han escaseado los buenos empresarios hasta hace poco tiempo y el "espíritu emprendedor" no ha sido, precisamente, uno de los dones de nuestro carácter. Pues bien, Pancho Pérez fue una excepción. Ha sido un ejemplo de tantos empresarios que trabajaron con intensa vocación y trascendieron con creces el ámbito económico para llegar al interés por el proyecto humano, cultural y social en que se va transformando la empresa de toda una vida, en este caso, la empresa editorial.
Encarnó de un modo genuino lo que entendemos por espíritu empresarial, como el deseo de creación de algo perdurable, de trato y de colaboración. Cofundador con Jesús de Polanco de la editorial Santillana, desarrolló su actividad incluso en momentos en que las circunstancias culturales, políticas o económicas en España no eran especialmente propicias.
Encarnó de modo genuino lo que entendemos por espíritu empresarial
Fue un adelantado, con la pasión y el entusiasmo por lo que acontecía
Desde sus comienzos en Santander, su ciudad de adopción, en la librería Hispano Argentina no ha hecho más que crear y potenciar proyectos empresariales, impulsando la cultura, sobre todo en español.
Asimismo, desempeñó un papel institucional fundamental en la Agrupación Nacional de Libreros, en la Federación de Gremios de Editores de España y en el Gremio de Editores de Madrid.
Pancho comprendió que el mercado era el mundo, especialmente el iberoamericano, a todos los efectos, aprovechando las posibilidades del mercado global para mejorar su posición competitiva y optimizar los resultados de sus inversiones y de los diferentes procesos. Fruto de esta lógica fueron las colaboraciones temporales o permanentes entre las empresas que dirigió y las operaciones corporativas que impulsó, encaminadas a conseguir el tamaño y la capacidad adecuados para participar a escala internacional.
En los años recientes hemos asistido a una permanente expansión de las empresas españolas en los mercados mundiales, con un éxito indudable, que viene a desmontar por partida doble esa ancestral desconfianza en nuestra capacidad para emprender y liderar proyectos empresariales. Pancho fue un adelantado, acompañado además por la pasión y el entusiasmo por todo lo que acometía. Formaba desde hace años un tándem imbatible e inseparable con Rosa Bernal, gran decoradora y empresaria, que nos honraron con su amistad y nos enriquecieron con su inteligencia.
Se nos ha ido el gran empresario, el magnífico amigo, pero nos quedará siempre su obra, tanto en la Fundación Barcenillas, a la que dedicó muchos esfuerzos y entusiasmos, situándola en el pueblo de sus antepasados y donde descansará definitivamente; como sus empresas, de las que nos hemos beneficiado el conjunto de sociedad.
Pero, sobre todo, permanecerá dentro de todos sus amigos su ilusión e inteligencia, con las que nos impregnó a los que tuvimos el privilegio de compartir largas tertulias, tanto en tierra como en el mar, y de recibir sus consejos. Gracias, Pancho.
Juan E. Iranzo es director general del Instituto de Estudios Económicos.
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