24 de octubre

Desde hace días, obsesivamente, cumpliendo la voluntad tecnológica de que no se le pase nada de lo que ocurre entre la tierra y el cielo, Goo-gle ha avisado a los usuarios que tuvieron contacto con él que hoy, 24 de octubre, cumple 84 años Rafael Azcona, que murió ahora hace dos años dejando atrás familia, amigos y genio.

Esto de las nuevas tecnologías tiene porvenir, pero seguramente no tiene corazón ni memoria; pasa por encima de los aniversarios, los rastrea y los coloca de nuevo en el calendario como si en medio no hubiera habido ventoleras, entre ellas la ventolera de la muerte. Y es curioso, cuando no dramático, cómo se juntan las casualidades; entre que Google avisa de lo que ya no es posible celebrar y la realidad que va pasando, un amigo de Azcona, su primer editor, Pancho Pérez González, se despide del mundo al que dio amistad y libros.

Cuando murió Rafael Azcona su amigo José Luis García Sánchez se dirigió por teléfono a los que habían vivido pendientes del guionista: "Tenías un amigo que se llamaba Rafael Azcona". Cumplía el encargo sobrio del riojano, que no quería que se supiera de su muerte sino cuando ya no fuera posible ponerle ornato a la noticia; así, sin vuelo en el verso, como decía José Hierro, se despidió de todos, por persona interpuesta, y ya desde el otro lado de la nada.

Hace poco La 2 de TVE le dedicó un capítulo de su serie Imprescindibles. Ahí dijo Fernando Trueba que Azcona es "lo mejor que ha dado el cine español del siglo XX". Google lo atrae a este mundo, con su extraviado calendario de conmemoraciones. La televisión puede hacer ese milagro con más esmero, más provechosamente, al menos para la memoria de jóvenes que no saben por qué Trueba dice eso. Por ejemplo, hay en los almacenes de Televisión Española una serie de la que fueron guionistas Rafael y Jorge Semprún, sobre los desastres de la guerra. Ellos sufrieron los desastres; los desastres siguen por ahí, aunque Eduardo Mendoza haya dicho (en este periódico) que la Guerra Civil habría que llevarla al trastero. No sé si al final la recordará solo Google; pero ahora hay demasiada materia sentimental como para confiar tan solo en la memoria de las tecnologías.