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Críquet paquistaní en el Alto Deba

El colectivo musulmán importa a Euskadi su deporte nacional convirtiendo el derby entre Mondragón y Bergara en un acontecimiento en los torneos de verano

En la comarca del Alto Deba existe un importante colectivo de paquistaníes que se reúne para jugar al críquet. Un deporte estrella en el país islamista originario de Inglaterra que gusta porque reúne a una afición donde no se tiene en cuenta la casta, la religión o la estructura de clase. Para los paquistaníes de Mondragón y Bergara, unos 220, es más que una forma de ocio, les permite mantener vivas sus raíces en los pueblos del interior de Guipúzcoa.

En la cancha exterior del Instituto Ipiltza de Bergara un grupo de paquistaníes improvisa, como cada fin de semana que no llueve, un partido de críquet para entrenarse de cara a los torneos de verano que se celebran en Logroño a nivel nacional. En total hay 36 equipos registrados en España, dos de ellos en Andalucía formados sólo por españoles.

"Ahora estamos sin capitán porque se ha ido a Valencia a recoger naranjas"

Estos jugadores son el espejo de la emigración paquistaní que emigra. La mayoría son hombres y jóvenes. En Euskadi, de 1.655, sólo 159 son mujeres, según los datos del censo de 2009 del Observatorio Vasco de Inmigración. Se dedican a la construcción y al sector de los servicios y se integran en pequeñas empresas de conciudadanos paquistaníes. Prácticamente todos proceden de Gujrat, un distrito con 500 pueblos, siguiendo el mismo patrón; primero viaja uno y el resto le sigue. Pero además, en Guipúzcoa, existen unos 200 paquistaníes del mismo pueblo, Puran.

El Bergara Cricket Club empieza a ser una institución en el pueblo. Se creó hace unos diez años y no tienen aún campo de hierba para jugar pero sí una copa que ganaron tras quedar segundos en julio pasado contra uno de los siete equipos de Logroño, los favoritos en los torneos.

Tanto el equipo de Bergara como el de Mondragón llevan años reclamando un espacio para jugar. Sin embargo, el Ayuntamiento bergarés asegura que desde el consistorio se ha gestionado que el equipo disponga del campo de fútbol municipal para poder entrenar, a pesar de que para los futbolistas locales sea un contratiempo compartir terreno de juego con el críquet. "Solo falta que los jugadores formen una asociación cultural o deportiva y presenten los impresos. Tienen que moverse y mostrar voluntad", explica Unai Asumendi, director de deportes del Ayuntamiento de Bergara. Además de los dos pueblos del Alto Deba, en Elgoibar, Azkoitia y Bilbao también existen equipos de críquet formados por paquistaníes.

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Zeshan, de 17 años, muestra sus manos marcadas por la gravilla del campo como si fueran heridas de guerra. Cuenta en un perfecto euskera que vive con sus padres y hermanos en Antzuola desde hace seis años. El toque multicultural lo pone cuando intenta hablar castellano con acento del Urola mientras le suena el móvil con una sintonía más propia de Bollywood.

Entre Mondragón y Bergara hay 129 paquistaníes censados, según datos de 2009, aunque actualmente pueden llegar a 220 según el colectivo musulmán. Hasta hace dos años los paquistaníes de Mondragón jugaban en el equipo de Bergara, muchos de ellos hermanos o primos del mismo pueblo de Puran, pero el aumento de número de paquistaníes de Mondragón que querían jugar al críquet y algún que otro desencuentro familiar provocaron la división.

Desde entonces, el derby entre los dos equipos guipuzcoanos es de alta tensión. El último partido se jugó durante el torneo del pasado mes de julio en Logroño con la victoria de Bergara. "Los riojanos no se imaginaban que hubiera tanta rivalidad porque muchos somos familiares. Pero cuando salimos al campo todos queremos ganar", explica Waheed, de 32 años, capitán del equipo de Mondragón, que lleva nueve años en Guipúzcoa junto a tres hermanos y es propietario de una carnicería y un negocio de pladur. Basahat, el entrenador del equipo de Bergara, es primo de Waheed. Está en el paro y lleva cinco años entrenando a los 25 que juegan en Bergara. "Ahora estamos sin capitán porque se ha ido a Valencia a coger naranjas pero cualquiera del equipo podría serlo, todos son igual de buenos para ello", explica.

Amir, de 28 años, vive en Lasarte pero juega en Bergara. Le gusta ser lanzador -el equivalente al pitcher en béisbol-. Es respetado dentro y fuera del campo porque su apellido Syed es un título honorífico árabe que se da a los descendientes de Mahoma. Amir y otros dos jugadores más de Bergara fueron cedidos para jugar con los de Logroño en la final del torneo de septiembre que ganaron contra Santo Domingo. Aunque al final, todo queda en casa entre paquistaníes.

Pelota con aislante

El críquet es un deporte de bate y pelota, en el que se enfrentan dos equipos de once jugadores cada uno. Se juega en un campo de hierba, más o menos ovalado. El bate de críquet, actualmente, es plano, con forma de paleta, y en el caso de los pakistaníes que juegan en Euskadi lo traen de su país.

La pelota oficial, más pequeña que la de béisbol, es de cuerda y corcho recubierta de cuero. Pero los jugadores pakistaníes que juegan los torneos en España tienen que utilizar las de tenis recubiertas con cinta aislante porque los campos de hierba en los que juegan no disponen del pitch, terreno rectangular en el centro del campo con una tierra parecida al barro, que frena la velocidad y el impacto de la bola reglamentaria.

Los partidos pueden durar hasta cinco días en las ligas profesionales, en función de los over, conjunto de seis lanzamientos. "¿Aburrido? Nosotros disfrutamos, es el deporte nacional en Pakistán, como aquí el fútbol lo que pasa que hay que entenderlo. Nos gustaría que la gente de aquí se aficionase", explica Syed Amir.

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