Cultura (y copas)
A veces se nos olvida, en este mundo repleto de festivales y citas cinematográficas, lo complicado que es montar un certamen y lo aún más complejo que es mantener la convocatoria, hacerla cuajar y darle continuidad. En La Boca del Lobo (Echegaray, 11) llevan ya 13 ediciones organizando su festival internacional de cortos bajo esta premisa: "Mostrar y promover las creaciones más interesantes, vanguardistas y arriesgadas del nuevo cine independiente internacional". Y esa declaración la cumplen a rajatabla en un lugar que es algo más que un bar de copas, sino que de club musical deviene en centro cultural.
Toda esta semana, hasta su clausura el sábado 30, habrá proyecciones por la noche de su concurso de cortos. Además, en una apuesta arriesgada -y acertada-, acompaña a la sección oficial otras panorámicas paralelas, talleres infantiles y en 3D, y un repaso a lo mejor del festival invitado, que este año es el de Cans, en Galicia. Pudiendo ser solo un local donde ponen copas, La Boca del Lobo ha buscado siempre -y encontrado- algo más: su propio espíritu cultural.
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